LA PREVENCIÓN DEL DESARROLLO NEUROSENSOPSICOMOTRIZ, ¿GARANTÍA DE ÉXITO ESCOLAR?
Estos días, se ha suscitado un intenso debate respecto al modelo educativo a seguir para conseguir disminuir las elevadas tasas de fracaso escolar que nos afectan.
Se ha dado a conocer una experiencia piloto, que se pondrá en marcha en un determinado número de escuelas, que propugna unos cambios significativos respecto al modelo actual, no sólo en lo que se refiere al fondo, sino también a la forma: Cambio de estructura de las clases, trabajo en grupo versus trabajo individual, reducción substancial de libros de texto, trabajo en base a un proyecto en lugar de asignaturas, desaparición o minimización de la cantidad de deberes, distintas formas de evaluación y calificación, en las que primaría más la valoración cualitativa que la cuantitativa, etc...
Muchos de los aspectos metodológicos nos recuerdan al “modelo finlandés”. El modelo finlandés ha obtenido unos resultados fantásticos en los informes PISA, consiguiendo los alumnos de 15 años posiciones privilegiadas en las competencias lingüísticas y científicas.
Entonces, cabría pensar que podríamos conseguir mejorar nuestros resultados adoptando este modelo. Sin embargo, hemos de tener presente que ni nuestro modelo de sociedad, ni nuestros horarios laborales ni mucho menos nuestros medios materiales son los mismos.
Frente a la propuesta metodológica objeto de debate estos días , también, desde otros sectores, se propone un inicio más temprano de la lecto-escritura para conseguir cotas de “excelencia”.
Dejando de lado cuestiones pedagógicas y metodológicas, de las que podrían opinar otros profesionales cualificados en esta materia, no yo, considero que lo que nadie tiene en cuenta es que, en Finlandia, los niños inician la escolaridad obligatoria a los 7 años.
Desde nuestro punto de vista, gran parte del éxito puede radicar precisamente en esto, en que los niños inician los aprendizajes instrumentales con un grado de madurez superior al que tienen nuestros niños, puesto que prácticamente todos (en circunstancias fisiológicas) cuentan ya a esa edad con una correcta organización lateral, imprescindible para conseguir con éxito y disfrutando el aprendizaje de la lectoescritura y las matemáticas.
Algunos de los pacientes que acuden a nuestra consulta por presentar problemas de aprendizaje instrumental carecen de los requisitos básicos neurofuncionales para el aprendizaje.
Algunos acuden para realizar un diagnóstico de lateralidad por si la causa de sus dificultades pudiera encontrarse en su organización lateral y, con frecuencia, nos encontramos que son niños que están aún en etapas prelaterales y, por tanto, en “teoría” no estarían en condiciones de acceder con éxito al aprendizaje instrumental. Y decimos en “teoría” porque la realidad es que nuestro sistema educativo no contempla estos aspectos y se guía más por la edad cronológica que por la madurativa.
Lo ideal sería actuar de manera preventiva, trabajando y dando mucha más importancia a las primeras etapas del desarrollo neurosensopsicmotriz (ver libro “cer0atr3s EL DESARROLLO NEURO-SENSO-PSICOMOTRIZ DE LOS 3 PRIMEROS AÑOS DE VIDA” y "Atlas visual del desarrollo del bebé. Evolución del cerebro de los 0 a los 18 meses").
Ya muchos padres conocen la importancia del gateo, por ejemplo. Consideramos la etapa de gateo fundamental en el desarrollo, porque es entre el final de la etapa de arrastrado contralateral y el inicio del gateo cuando empiezan a madurar las conexiones responsables de la visión binocular y la escucha estereoaural. Pero no se trata de gatear de cualquier manera, es necesario hacerlo correctamente y de ahí la importancia de valorar si un gateo es correcto o anómalo, si es simétrico o no, si anula o no alguna extremidad, etc...Algunos niños sustituyen el gateo por el “conejeo”, que consideramos absolutamente anómalo.
También aconsejaríamos una valoración preventiva antes de iniciar la escolaridad, a los 3 años, porque si bien el nivel de “exigencia académica” en estas edades no es lo prioritario, hay niños que ya empiezan a presentar dificultades de integración y de participación, porque presentan dificultades de motricidad protopática (gruesa) y se retraen a la hora de participar en los juegos, en el patio, etc... Son niños que presentan torpeza motriz, dificultades para correr, saltar, subir y bajar escaleras, etc...
Y, por último, consideraríamos casi imprescindible una valoración de la organización lateral del niño antes de iniciar “en serio” el proceso de aprendizaje de la lecto-escritura y las matemáticas. En líneas generales y para dar una referencia cronológica, se debería hacer sobre los 5 años.
Se podría considerar fisiológica incluso una falta de definición hasta poco antes de los 5 años, pero, a esa edad y más teniendo en cuenta las exigencias de nuestro sistema educativo, los niños deberían estar ya correctamente lateralizados.
De ahí, la importancia de actuar de forma preventiva: Si detectamos cualquier problema a edades tempranas, si no esperamos infructuosamente a que el niño madure (muchas veces no sólo es un problema de madurez) evitaremos que a los 8 años se haya instaurado un cuadro de fracaso escolar.
Así, volviendo al título del artículo, ¿es la prevención garantía de éxito escolar?
Evidentemente, no se puede afirmar rotundamente que sí ni que lo sea en todos los casos, puesto que hay otros muchos factores implicados: Familiares, culturales, sociales, emocionales, pedagógicos, etc..., pero lo que sí podemos afirmar es que un niño que acceda a los aprendizajes contando con esos REQUISITOS NEUROFUNCIONALES BÁSICOS tendrá muchas más posibilidades de éxito académico.
Vídeo relacionado: https://www.youtube.com/watch?v=Ko66-vptKRs
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