La mente de aprendiz se pierde



El ser humano como buscador alcanza la plenitud a través del encuentro, del dialogo.

El conocimiento se construye, lo construye la propia persona que lo está adquiriendo, entonces pasa a existir en ella, inside.

Para que se de ese conocimiento, previamente ha habido una llamada, una sensación de asombro que le lleva a cuestionarse la realidad. El conocimiento se basa pues en una interpelación, en un diálogo, y dependiente de la calidad de éste y de su profundidad el conocimiento será más amplio o más superficial.

La persona está en constante interpelación con la realidad que le rodea. En el cómo se deja interpelar por esa realidad está cuidando o dejando de cuidar su mente de aprendiz.

El ser humano es un buscador de sentido, se mueve por resonancias que le llevan a hacerse preguntas, a buscar el sentido en las respuestas, y a dudar de las respuestas volviendo nuevamente a preguntarse.

La relación, el encuentro con la realidad, empieza con el encuentro consigo mismo ante esa realidad. Desde dónde se acerca el ser a esa realidad, cómo se deja interpelar por ella, en qué situación se coloca frente a ella, es miedo lo que siente, es alegría, es curiosidad….

El poder siempre está en la relación, y es ahí donde de haber asombro, admiración, alegría, se desarrolla la creatividad.

El alma se mueve, se asombra, y la mente busca en respuesta a esa llamada, busca el sentido.

Los animales tienen una relación directa con el medio donde están, su esquema es estímulo – respuesta. El ser humano mantiene una relación distinta, es un ser que se pregunta y pregunta, está en constante diálogo, consigo mismo, frente a la realidad que le rodea, con los demás.

En el hombre la pregunta es la herramienta natural para cubrir sus necesidades de sentido, de orientación, de resultados. El ser humano se desarrolla en este encuentro dialógico, por esto somos seres inacabados en constante cambio y evolución.

Lo relacional es así espiritual, es inmaterial, es un encuentro entre almas que buscan dar sentido a lo concreto en una interacción creativa en donde se van creando posibilidades a través del diálogo movido por el sentir, el sentido y la libertad de ir eligiendo entre esas posibilidades.

En esta relación el asombro es la actitud, la admiración por la realidad lo que siembra curiosidad y deseo de búsqueda. El asombro frente al misterio, cuidando nuestra alegría, alejándonos de posiciones de miedo, abre caminos hacia posibilidades.

Detrás del asombro viene la pregunta, y detrás de esa pregunta una respuesta desde la experiencia, una respuesta con sentido y desde los sentidos.

Cuidar ese momento, conectarse con esa realidad y dejarnos inundar por el asombro, por la afinación de los sentidos captando toda la información para dar a luz la respuesta como algo mágico en todo el proceso. La respuesta siempre llega, y será nuevamente interpelada, y causará nuevamente asombro, curiosidad y deseo de búsqueda.

Alejar las prisas, el estrés, la falta de tiempo, la falta de atención plena de nuestras vidas, y aprender a vivir en el presente desde la admiración y el asombro frente al momento, es nuestro  mejor entrenamiento.

Alejarnos de los prejuicios y suposiciones que llevan a respuestas estereotipadas, que nos limitan en la creación de posibilidades. No dar nada por sentado, admirarnos y preguntarnos. En cada puerta hay algo por descubrir, algo de lo que aprender.

La mente del aprendiz se pierde cuando deja de practicarse, se pierde por dejar de practicar el asombro, por acostumbrarse en su lugar a practicar otras emociones que son limitantes, que nacen no del alma ni del espíritu, no de la búsqueda de sentido, sino del juicio, de la creencia, de la limitación del conocimiento al sistema de creencias al uso.

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