La dislexia es un tipo específico de dificultad de
aprendizaje que afecta principalmente el área de la lectoescritura,
interfiriendo en la adquisición y el procesamiento del lenguaje y que puede
convertirse en un causante de sufrimiento para muchos niños y adolescentes que
viven su condición de manera solitaria y silenciosa, bajo el peso de los
preconceptos sociales y la desinformación.
Aunque cada año surgen
nuevas hipótesis sobre su naturaleza y origen, se sabe que se manifiesta a
través de toda una serie de dificultades en el lenguaje receptivo y expresivo,
incluidos el procesamiento fonológico, la lectura, la escritura, la ortografía,
la caligrafía y en ocasiones la aritmética. Es un problema de índole cognitivo, que afecta a aquellas
habilidades lingüísticas asociadas con la modalidad escrita, particularmente el
paso de la codificación visual a verbal, la memoria a corto plazo, la
percepción de orden y la secuenciación.
Sin embargo, existen
tantas definiciones del término como puntos de vista al respecto y de ahí la
gran confusión que esto ocasiona en padres, educadores y en el imaginario de la
sociedad.
Por ello las
asociaciones de personas con dislexia prefieren no perderse en rodeos, para
ellas no sería ni más ni menos que una discapacidad oculta que afecta en
diversos grados a aproximadamente el 10% de la población mundial.
Esta condición se
produce en toda la gama de capacidades intelectuales y no es una indicación de
déficit en el área. Su impacto sobre la calidad de vida puede ser muy amplio: si se
manifiesta de manera profunda interfiriendo en el proceso de aprender a leer,
afectará sin dudas el proceso de aprendizaje, marcando negativamente tanto el
paso por la etapa escolar como el desempeño en las tareas de la vida que nos
obligan a desarrollar habilidades para leer e interpretar textos con fluidez y
precisión. Pero más allá de las dificultades y los obstáculos que presenta la
dislexia en estos aspectos, la baja autoestima que genera es una de las
consecuencias más devastadoras.
Antes de que los
padres y los docentes puedan comenzar a sospechar la presencia del trastorno,
es el propio niño quien ya se siente diferente de sus pares. A partir de esta
sensación comenzará a sentirse por debajo de sus compañeros, juzgándose como
menos capaz o menos inteligente.
De allí la importancia
de los profesionales para ayudar a las familias, los docentes y los propios
niños a desmitificar la dislexia y comprender que nada tiene que ver con ser
más o menos inteligente.
Recientes estudios han revelado sólidos indicios de que los
primeros signos de la dislexia pueden comenzar incluso antes de que el niño
comience sus primeros intentos para leer, señalando además que es de suma
importancia que pueda ser diagnosticado durante este periodo preescolar y de
esta manera reciba la estimulación y el tratamiento adecuados para desarrollar
habilidades que le ayuden a sortear dificultades.
Los signos
de dislexia antes de la escuela
Investigadores
especializados de Estados Unidos llegaron a la conclusión de que los niños con
riesgo de desarrollar dislexia presentan diferencias en la actividad cerebral
al ser observados a través de imágenes de resonancia magnética.
En dicho país, la
dislexia es la causa más común de problemas de lecto-escritura y de acuerdo con
el Instituto Nacional de Salud, su incidencia podría afectar al 15% de la
población, un índice más alto que el de otros países y que los obliga a
desarrollar constantes estudios y estrategias de abordaje.
En este caso, un
equipo de investigadores del Children's Hospital de Boston, en colaboración con
profesionales de la Universidad de Harvard, publicaron los resultados de sus
investigaciones en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences
(PNAS), sugiriendo que las diferencias en la actividad cerebral en niños con
riesgo de desarrollar la condición pueden ser identificadas en etapas muy
tempranas, incluso antes de que puedan comenzar a leer.
Debido a que la dislexia
evolutiva, es decir, la que proviene de un origen genético y no adquirido,
responde a la intervención precoz, los especialistas aseguran que alcanzar
un diagnóstico temprano antes o durante la etapa preescolar puede ayudar a
disminuir futuras dificultades de aprendizaje.
Se hace hincapié en
el historial familiar debido a que uno de cada dos niños con antecedentes de
dislexia en la familia puede tener en el futuro problemas de lectura y
aprendizaje.
A menudo, la dislexia
afecta a muchas personas en la misma familia, una de las razones por las que
muchas personas malinterpretan su naturaleza hereditaria es que muchos padres
han experimentado dificultades para escribir, leer o deletrear durante la
infancia pero nunca fueron diagnosticados, quedando simplemente como problemas
de aprendizaje, distracción o falta de aplicación para el estudio. Además, no
es raro que dos o más hijos de una misma familia tengan este tipo de problemas
de aprendizaje. Una amplia batería de pruebas psicométricas realizadas en los
Estados Unidos con 125 niños con dislexia y 125 familias de control mostraron
un alto porcentaje de déficit entre sus hermanos y padres.
En este reciente
proyecto, la Dra. Nora Raschle, líder de la investigación, y su equipo
realizaron exámenes de resonancia magnética en treinta y seis niños de
alrededor de cinco años de edad mientras ejecutaban actividades de
reconocimiento y comparación con palabras y sonidos. Los resultados indicaron que los niños con antecedentes familiares de
dislexia manifestaron una actividad metabólica reducida en determinadas
regiones del cerebro como las uniones entre los lóbulos occipital y temporal y
los lóbulos temporal y parietal.
“Sabíamos que los
adultos y niños de mayor edad con dislexia presentan disfunciones en esas
mismas regiones cerebrales. Lo que el nuevo estudio indica es que la capacidad
del cerebro de procesar sonidos del lenguaje era deficitaria aún antes de que
los niños comenzaran a recibir instrucciones para aprender a leer”, comentó
Raschle. Por el contrario, quienes presentaban una alta activación en esta
región cerebral tenían mejores habilidades lectoras, como la rima, el
conocimiento de las letras y sus sonidos.
Algunos
especialistas prefrieron mostrarse cautos ante estas evidencias. Para ellos,
hasta que no llegue el momento en que el niño deba poner en práctica las
habilidades de lectura y comprensión de textos (aproximadamente a los seis
años), no se deberían generar intervenciones. Sólo a partir de allí se
recomendaría un apoyo continuo en la etapa escolar y trabajos específicos para
ayudar al niño.
Para Raschle, sin embargo, el estudio abre nuevas
posibilidades para acompañar a los niños en la superación temprana de sus
dificultades: “esperamos poder identificar a los niños con riesgo de desarrollar
dislexia aun en edad preescolar y ayudarlos a reducir las consecuencias
sociales y psicológicas negativas que estos niños frecuentemente tienen que
enfrentar”.
Precisamente una
gran parte de las estrategias que actualmente están siendo más desarrolladas en
Estados Unidos y Gran Bretañan se sirven de las nuevas tecnologías,
especialmente las aplicaciones (apps) para smartphones y tablets, creando
apoyos completamente novedosos y efectivos para poner a los alumnos con
dislexia en igualdad de condiciones respecto a sus compañeros y romper con las
barreras lingüísticas de acceso a la información y el conocimiento.
El apoyo de las nuevas tecnologías
El enfoque
multisensorial que facilitan las nuevas tecnologías vinculadas al acceso a la
información y el saber posibilitan que muchas personas que históricamente
estuvieron marginadas puedan tener una llegada plena y autónoma al mundo del
conocimiento.
El floreciente mercado
de aplicaciones informáticas pensadas para personas con dislexia, muchas de
ellas de distribución gratuita, están trazando una verdadera revolución y un
nuevo paradigma en tanto la manera en que se concebían los recursos didácticos
escolares.
Dichas aplicaciones
para teléfonos móviles inteligentes “tablets” logran facilitar la comprensión y
lectura de textos de una novedosa apoyatura visual.
Este enfoque se centra básicamente en la participación, en
tanto que genera marcos de lectura interactivos y divertidos que atraen a los
niños y les despiertan el deseo de leer.
“El enfoque
multisensorial hace que los libros sean muy interactivos. Si le preguntas a un
niño con dislexia si quiere leer un libro, seguro va a decir que no. Pero a
través de estas aplicaciones, los niños realmente disfrutan de realizar
actividades de lectura. A través de estos recursos, el niño está leyendo sin
darse cuenta. Este es el enfoque del desempeño ocupacional en la dislexia.
Cuando te das cuenta que te gusta hacer algo, participar en ello es más simple
y mejor”, asegura el Prof. Lenin Grajo, instructor de ciencia y terapia
ocupacional de la Universidad de Saint Louis.
A su vez, estas
aplicaciones permiten que los niños desarrollen rutinas de lectura e interpretación
de textos con las que pueden formar una base sólida que les permita desarrollar
sus propias estrategias de lectura y escritura a medida que comienzan a gustar
de estas actividades. "Una vez que están seguros, sienten que pueden hacer
estas tareas sin la ayuda de un padre o un maestro", completa Grajo.
“For Dyslexia” es
actualmente una de las “Startup” (empresas emergentes que asumen riesgos
vinculados a la innovación) que genera mayores recursos para apoyar el éxito
escolar de niños con dislexia. Kathryn Hart, fundadora y CEO de la compañía, es
también madre de una niña con tal condición, y fue a partir de esta experiencia
personal que se abocó a la creación de aplicaciones efectivas.
“Cuando mi hija tenía
5 años, mostraba signos de dislexia. Llegó la navidad en medio de este proceso
y recibí de regalo un iPad. Ella lo tomó con mucho interés y un notable
entusiasmo. No lo soltaba. Aprendió el alfabeto en dos días”, afirma Hart.
A partir de este hecho
fortuito nació la idea de crear aplicaciones especializadas para ayudar a los menores a leer a través de
una herramienta multisensorial. Estas aplicaciones se basan en un método
llamada “Orton-Gillingham”, que es un sistema de enseñanza donde la vista,
el oído y el tacto están involucrados a un mismo nivel.
“Está comprobado científicamente que los niños con dislexia aprenden
mejor si los diferentes sentidos de la vista, el oído y el tacto están
involucrados en el proceso. Las pantallas táctiles de las tablets y
smartphones son un avance estupendo para niños con dislexia”, completa la
desarrolladora.
Por estos días “For
Dyslexia” se encuentra preparando el lanzamiento de “iCAN Alphabetics”, una
herramienta aplicativa en inglés y en castellano que ayudará a los padres a
enseñar el alfabeto de forma fácil y divertida a sus hijos.
Hart sostiene que no hay nada irregular en los
niños, sino en los sistemas de aprendizaje, que no logran adaptarse a las
diferentes formas de aprendizaje de cada niño. “Los niños con dislexia no
tienen una falta de inteligencia, de hecho muchos son más inteligentes de lo
normal. Lo que pasa es que su cerebro funciona de otra manera. Desde
este punto de vista, es obvio que tenemos que encontrar otras formas de enseñar
a un niño con dislexia que las que usamos habitualmente. Las nuevas tecnologías
hacen más accesibles herramientas de aprendizaje, como las “apps”. Las hacen
accesibles en casi cualquier parte del mundo”, completa.
Otro de los grandes
recursos disponibles es la revolucionaria “OpenDyslexic”, un nuevo tipo de
letra de “código abierto” creado con la finalidad de aumentar la legibilidad para los lectores con
dislexia.
La tipografía fue
desarrollada por Abelardo González, que ganó popularidad en Internet como una
opción para facilitar la lectura a personas con dislexia. Está diseñada de
manera tal que la base de cada letra tiene “más peso”, con la intención de
darle “gravedad” a las letras y así librar la habilidad del cerebro de rotar
los caracteres y hacerlos ver como otras letras.
Al ser de “Código abierto”,
la tipografía permite que cualquier persona con conocimientos básicos de
informática y diseño pueda mejorarla y actualizarla. “OpenDyslexic” también
tiene un enfoque diferente de los estilos de cursiva. En general se recomienda
a las personas con dislexia evitar la lectura en cursivas, sin embargo, en
lugar de tomar el enfoque normal de inclinación para cursiva, estas nuevas
fuentes mejoran el ángulo y la legibilidad de los caracteres. Estas pequeñas
variantes han logrado un fuerte impacto en la mejora de la habilidad de lectura
y comprensión de textos y circula desde hace meses de manera gratuita por
Internet, permitiendo que niños y adultos puedan instalarla en sus computadoras
y tablets, tanto en sus procesadores de textos como en programas de lectura.
Igualmente, el especialista Lenin Grajo aconseja que padres y
profesores incorporen las artes y la artesanía en las actividades cotidianas de
los niños. Según su criterio, la participación en una actividad lúdica, más
allá de si el soporte es analógico o digital, anima a los niños a involucrarse
en las tareas que les resultan complejas o frustrantes y les permite participar
en la construcción de conocimiento, dejando a un lado el rol meramente pasivo.
Por otra parte,
estos procesos de reeducación multisensorial especializada les permiten
descubrir sus “áreas fuertes”, quitando el acento de sus limitaciones y
desplegando su sensibilidad, creatividad e intuición para convertirse en
actores plenamente involucrados en su educación. El descubrimiento de sus
potencialidades abrirá a su vez el camino hacia una mayor autoestima y
autoconocimiento.
Poco a poco la
consideración general sobre la dislexia encuentra nuevos paradigmas y son
tanto el sistema educativo como las familias los que procuran adaptarse a las
particularidades del niño y no tanto demandarlos desde la necesidad de encajar
en un modelo estandarizado, donde sólo determinadas habilidades son
contempladas y valoradas.
La posibilidad de descubrir tempranamente las condiciones del niño y
sus fortalezas ayudará a que dichas estrategias y recursos amplíen su
efectividad.
Luis Eduardo Martínez
martinez_luiseduardo@yahoo.com.ar
Twitter:@MartinezLuisEdu
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