Cómo controlar las rabietas de los niños
Las rabietas pueden frustrar a cualquier padre. Pero no hay que considerarlas un problema o un pequeño desastre, sino tratarlas como oportunidades para educar a los niños.
5 minutos pueden parecer una eternidad cuando un niño tiene una rabieta. En ocasiones, los padres o familiares ceden frente a estos pequeños berrinches. De esta forma, los niños identifican los mecanismos para desafiar el comportamiento de su familiares ya que lo ven como una oportunidad para beneficiarse. Los niños se sienten seguros ante está situación, encuentran la manera de tener poder y controlar a sus padres, madres o cuidadores.
¿Son normales las rabietas?
Las rabietas pueden ir desde pequeños quejidos hasta llantos, gritos, chillidos, patadas, golpes e incluso aguantar la respiración. Son igual de frecuentes en niños que en niñas, y suelen aparecer entre las edades de 2 a 3 años.
Algunos niños son muy asiduos a las rabietas, en cambio, otros las tienen muy de vez en cuando, todo depende de la personalidad del menor. Las rabietas son una parte normal de la madurez del niño. Son una forma de expresar su malestar o sentimiento de frustración.
Las rabietas suelen ocurrir cuando los niños están muy cansados, hambrientos, molestos, dolorosos e incómodos. También son muy comunes cuando el niño no consigue lo que quiere o desea. Es una etapa un poco compleja de gestionar para los padres. El niño debe afrontar su frustración aplicando habilidades educativas aportadas por los padres.
Las rabietas son muy frecuentes durante el segundo año de vida porque a esa edad los niños son más conscientes de todo aquello que ocurre en su entorno y empiezan a desarrollar habilidades lingüísticas. Los niños de 1 a 3 años todavía no saben ni pueden expresar con palabras lo que quieren, sienten o necesitan, por tanto, la rabieta es una forma de desahogarse. Conforme va desarrollando habilidades lingüísticas, las rabietas van desapareciendo, hasta llegar a desaparecer.
Prevenir las rabietas
Primero de todo, los padres, madres o cuidadores deben evitar por todos los medios las rabietas. Sin embargo, esto en contadas ocasiones es posible, pero los siguientes consejos pueden ayudar ante esta situación:
- Dedicar tiempo y mucha atención al niño. Hay que fijarse en el comportamiento del niño, y recompensarlo cuando lo hace bien. Es recomendable aportar en su día a día elogios.
- Conceder el control sobre cosas pequeñas. Hay que permitir al niño elegir y tomar sus propias decisiones en un contexto cotidiano. Por ejemplo, “¿Quieres zumo de naranja o de piña” o “¿Prefieres ver una película o leer un cuento?”.
- Mantener los objetos prohibidos fuera de su vista y alcance. Estos hechos reducirán las posibilidades de que luche para alcanzarlos.
- Ayudar al niño a aprender nuevas habilidades para tener éxito. Las habilidades lingüísticas y conductuales debe aprenderlas. Elogiar sobre sus avances es una manera de agradecer su desarrollo y motivar al menor.
- Distraer al niño. Para evitar una rabieta lo más eficaz es no pensar en la situación. Por tanto, estimular al niño con otras actividades puede hacer que no piense más en aquello que le molesta o perturba.
- Cuando el niño pide algo, hay que considerar atentamente su petición.
- Conocer los límites que no debe sobrepasar el niño. Si el niño está cansado, angustiado o hambriento, quizás no es el mejor momento para exigirle.
Cómo manejar los berrinches o pataletas
Durante esta etapa de desarrollo los niños no saben controlar la frustración y les resulta muy complicado entender la situación. Para disminuir la intensidad y los efectos de las rabietas los padres, madres o cuidadores pueden seguir los siguientes consejos:
Firmeza
Resulta complicado efectuar firmeza en una situación como las rabietas. Según los psicólogos infantilesla firmeza es una estrategia infalible. Por un lado, la firmeza ayuda a dejar clara la postura ante la rabieta. Además, el propio padre, madre o cuidador es quién controla la situación.
No entrar al juego
No hay que prestar preocupación ante la rabieta. Como ya se ha comentado anteriormente, las rabietas o pataletas son etapas normales del desarrollo, por tanto, no suponen ningún peligro para el niño.
Si la rabieta se produce en un lugar público, a los padres, madres o cuidadores les suele entrar vergüenza. Para paliar está situación antes de entrar a la ubicación hay que dejar clara la posición de firme. También es recomendable que el niño participe en la tarea desarrollada por el adulto. De esta forma, el niño estará distraído y no focalizará su atención en aquello que puede ocasionar una rabieta.
No responder con un enfado
Responder con otra rabieta es una forma de fomentarla. Si se responde con enfado el niño encontrará la excusa perfecta para iniciar un modelo de conducta basado en la agresividad. Es importante mantener la calma frente a los enfadados. Respirar unos minutos y enfrentarse a la situación de manera más serena posible.
Intentar que escuche
Tras el comienzo de la rabieta, el niño parece fuera de sí. Para calmarlo y hacerle entrar en razón hay dos opciones: intentar que salga de ese estado enloquecido y hacer que escuche. Para ello, hay que arrodillarse ante él, cogerlo por los hombros con firmeza y mirarlo fijamente. Entonces será el momento de hablar con calma.
Explicar la negación
Cuando el niño consiga mantener la atención las explicaciones deben ser claras y concisas. En esta situación es difícil hacer entender, por ello, las frases deben ser cortas y evitar aumentar el enfado. También se debe explicar el por qué se niega una actitud, para que no la vuelva a repetir.
Cambiar de lugar
En ocasiones, ni ellos mismos son conscientes de su propia rabieta. Por tanto, es beneficioso cambiar de escenario, salir con ellos en brazos al aire libre, dar un paseo y distraer su atención.
Advertir del tono
Hay que advertir al niño de que solo se le va a prestar atención cuando hable en un tono normal, sin gritos, llantos o patadas. Es una buena técnica para mejorar su atención y educación.
Dejar que se calme en soledad
Los niños también tienen derecho a desahogarse, así que en ocasiones las rabietas incluso son positivas. Cuando está inmerso en un ataque de ira, se le puede advertir lo siguiente: “Sí estás enfadado/a, avísame cuando termines”. En este contexto, el adulto respeta el estado de ánimo del niño.
Si quieres controlar las rabietas de tu hijo, primero pon el foco en ti. Soy la doctora Deanna Marie Mason. Con mi método de Paternidad Proactiva te enseñaré a conseguirlo. Resuelve tus problemas cotidianos y conoce los comportamientos de tu hijo, para que pueda crecer feliz. Recupera tú bienestar familiar.
FUENTE: Paternidad Proactiva
Dra. Deanna Marie Mason PhD
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