Pautas generales para hablar de la muerte en la infancia y la adolescencia



FAROS Sant Joan de Déu 

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Pautas generales para hablar de la muerte en la infancia y la adolescencia
A continuación se exponen algunas ideas para facilitar el comunicar y hablar de la muerte de un ser querido en el contexto actual:
  • Es recomendable que la comunicación de la muerte de alguien querido sea ofrecida por los padres/figura de vinculación. Si no es posible, debería encargarse el adulto con más proximidad afectiva.
  • La información debe ser dada tan pronto como sea posible.
  • Buscar un lugar tranquilo, conocido, acogedor y seguro para el niño. Habitualmente, su habitación. Sentarse a su lado de manera que nos posicionamos a la misma altura. Según la etapa del desarrollo y las características personales del niño, puede haber contacto físico o abrazos.
  • El lenguaje debe estar adaptado a la edad; es importante utilizar frases sencillas, un tono de voz calmado y una actitud de proximidad.
  • En un mensaje breve pero comprensible, los padres intentarán explicar que ha pasado algo muy triste, que la persona amada ha muerto y que no la podremos volver a ver.
  • Es importante hacer un acompañamiento al proceso emocional individual de la persona, ayudando a expresar sus emociones y clarificar las dudas que pueda presentar.
  • Es necesario responder con información real pero sin dar más información de la que el niño tiene la capacidad cognitiva y emocional de procesar. Por ejemplo, si muestra sentimientos de culpa es importante remarcar que no ha tenido ninguna responsabilidad.
  • Crear un espacio para hablar y abordar sus preocupaciones sobre la pérdida, respetando y validando sus emociones favorecerá la elaboración del duelo.
  • Es necesario que el niño esté acompañado durante todo el tiempo, y que se le transmita que no estará solo y que cualquier respuesta emocional que tenga será adecuada.
  • En la infancia se aprende del modelo de los adultos referentes respecto a cuál es la expresión emocional relacionada con el dolor. Si el adulto niega o esconde sus sentimientos, el niño tenderá a dar este tipo de respuesta. El proceso de pérdida es un proceso doloroso y, por tanto, las emociones de tristeza, dolor y llanto son esperables. Cabe destacar, sin embargo, que todas las emociones y todas las formas de expresión son individuales y válidas.
PUNTOS CLAVE:
  • Quién: la persona con más vínculo (los progenitores siempre que sea posible).
  • Cuándo: lo antes posible, pero hacerlo de forma presencial.
  • Dónde: en un lugar íntimo y seguro, donde el niño pueda expresar libremente lo que sienta.
  • Cómo: de manera clara y concisa, dando espacio para responder las preguntas que tenga.

4. Comprensión del concepto de muerte a lo largo del desarrollo

El concepto de muerte y la comprensión sobre la pérdida es limitado en la infancia y va evolucionando a lo largo del desarrollo. A continuación presentamos las características diferenciales en función de la edad:
 

Antes de los 2 años:

 
En esta edad, el desarrollo cognitivo aún no le permite comprender el concepto de muerte, pero si que percibirá la ausencia de la persona. Hay, sin embargo, mucha angustia de separación, especialmente si la persona que ha muerto era una figura de referencia. El niño percibirá los cambios que se produzcan a raíz de la muerte del familiar en las rutinas y en el entorno y, especialmente, se mostrará sensible al estado de ánimo de los cuidadores. En este sentido, es posible que el niño se muestre más irritable. En ocasiones, el sueño y la alimentación pueden verse alteradas.
 
Recomendaciones:
  • Poder mantener las rutinas dentro de lo posible.
  • Garantizar su seguridad y cuidado; explicar que no se quedarán solos, sin cuidadores.
  • Utilizar un lenguaje adaptado.
  • Garantizar que haya figuras de referencia conocidas, en caso de que los progenitores no puedan estar.
  • Se pueden utilizar cuentos, juegos, etc., para hacer más fácil la comprensión de lo ocurrido.
De los 3 a los 6 años:
En esta etapa evolutiva (fase preoperacional), se presenta una comprensión limitada de la muerte (sobre todo los más pequeños). Aunque la muerte puede estar presente en su vocabulario, dibujos e, incluso, en sus juegos, aun no comprenden que es un fenómeno irreversible (pueden pensar que quien muere puede volver) y universal (pueden pensar que no les puede pasar a ellos ni a sus conocidos).

Por otro lado, tampoco entienden el concepto de causalidad, y pueden utilizar el pensamiento mágico para explicar la muerte del ser perdido. En este sentido, por ejemplo, debemos estar alerta, porque pueden pensar que ellos han sido los responsables de la muerte de un familiar.

Recomendaciones:
  • Utilizar un lenguaje concreto y claro cuando hablemos de la muerte.
  • No reprimir excesivamente nuestros sentimientos mientras le explicamos, es normal llorar o mostrarse débil en estos momentos.
  • Estar a su lado, sin exigirle que siga escuchando o cualquier otra respuesta que pueda hacer, mostrando que hay alguien que estará a su lado de manera incondicional. Nuestra función es acompañarles, sea cual sea su respuesta.
  • Si es necesario, se aconseja utilizar material como cuentos, películas, historias, para que el niño pueda entender mejor lo que pasa, pero siempre ajustado a la realidad.
  • Hacer el ritual correspondiente una vez finalizado el confinamiento. Los niños a partir de 5 años pueden participar si quieren, es importante anticipar previamente cuál será la situación.
  • Dado que no ha sido posible la despedida presencial, pueden realizar actos simbólicos: llevar dibujos, juguetes o lo que para ellos sea relevante el día de la despedida. Este hecho puede facilitar la comprensión de que no hay una vuelta (la muerte es irreversible).
  • Tranquilizarlos y darles seguridad.

De los 6 a los 12 años:

 
Esta es la etapa del pensamiento concreto, por lo que los niños ya tienen más capacidad para entender el concepto de muerte y todo lo que conlleva: universalidad, irreversibilidad y causalidad.

Es la época donde pueden presentar más miedos, por lo que tenemos que intentar aclarar en la medida de lo posible los aspectos reales de la pérdida con el fin de evitar que se magnifiquen sus miedos y fantasías. En esta época también son más curiosos, por lo que pueden hacernos todo tipo de preguntas, algunas de las cuales pueden resultar incómodas, pero hay que enmarcarlas en el proceso de desarrollo en el que el niño se encuentra e intentar dar respuesta, siempre que podamos.

Recomendaciones:
  • Aclarar aspectos reales de la pérdida para no potenciar miedos.
  • Ofrecer un espacio para la expresión emocional y para la realización de preguntas, intentando responderlas con claridad y sinceridad.
  • Hablar de la persona muerta sin esconderse, ni como tema tabú.
  • Implicarlos en rituales de despido adaptados a la situación actual (por ejemplo, escribir una carta de despedida, hacer un dibujo...), donde poder expresar emociones.
  • A menudo reclaman una explicación "de donde está el cuerpo y qué pasará con él". En estas circunstancias más que nunca, hay que poder dar respuesta a estas preguntas, con información ajustada a la realidad, y que el niño, según su edad, pueda entender.
  • El objetivo del duelo por la pérdida de alguien querido no es "pasar página rápidamente para que mi hijo no sufra". Así, será positivo hablar de la persona muerta, mirar fotos, recordar anécdotas, momentos de convivencia mutuos, etc .para poder vivir el duelo.

Adolescencia, a partir de los 13 años:

 
En la adolescencia ya se ha desarrollado la capacidad de pensamiento abstracto, lo que permite comprender la muerte de una manera similar a los adultos. Sin embargo, los adolescentes pueden presentar una expresión emocional diferente, por ejemplo, manifestando poco sufrimiento o mostrándose más irritables. Los adolescentes pueden empezar a preocuparse del impacto que la muerte tendrá en su vida.
 
Recomendaciones:
  • Explicar la realidad de la pérdida.
  • Implicar activamente a los adolescentes en los rituales de despedida, siempre y cuando ellos estén de acuerdo.
  • Legitimar sus emociones y permitir que las expresen. Recordar que todas las emociones son válidas.
  • Escuchar sus opiniones.
  • Ofrecer algún ejemplo de cómo nosotros hemos elaborado un duelo anterior o como ellos mismos lo realizaron en otro momento (con algún ser querido, animal de compañía...).
  • Estar disponibles a la vez que respetamos que tengan su propio espacio.

5. Para finalizar… RECORDAR QUE:

  • La situación de emergencia sanitaria actual generará situaciones de muertes súbitas en muchas familias y supondrá un reto el cómo informar a los niños y adolescentes.
  • Todos los niños y adolescentes tienen derecho a recibir la información que sea ajustada a la situación real, teniendo en cuenta el momento de desarrollo en el que se encuentran.
  • No hay una forma única y universal de expresión del malestar. Todos tenemos nuestra manera y todas son válidas.
  • No hablar sobre un hecho doloroso, no quiere decir que no existe. Evitando hablar de algo doloroso, no solo no ayudamos a los niños y adolescentes a comprender lo que ha pasado, sino que limitamos su expresión emocional y evitamos que puedan activar recursos personales que les serán útiles a lo largo de la vida.


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