Escuela y Altas Capacidades ¿Qué debemos pedir?




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¿Cómo es un contexto educativo que favorece 

el desarrollo 

del potencial, de la personalidad y de las fortalezas 

internas 

de los niños?

Cuando un agricultor abona el campo, no lo hace sólo para una 
parte de sus plantas. Crea las condiciones para que todas
 las semillas cojan el alimento, el sol y el viento que 
necesitan y facilitar que cada una crezca tanto como 
le sea posible. Esta premisa, desarrollarse en un entorno 
enriquecido para todos los alumnos, es más importante 
-y escaso- de lo que presumimos.
Nos han “enseñado” que podemos atender sus necesidades
 sacándole del aula a ratos, u ofreciéndole un “postre” al 
final de un recorrido aburrido y plano. Nos han 
“enseñado” a aspirar a que nuestros hijos sean 
distinguidos, señalados y marcados a base de 
medidas que son de “uso exclusivo” para ellos. 
¿Es eso lo que ellos quieren? ¿Es lo que necesitan?
El entorno rígido de nuestras escuelas, en las que los 
alumnos se organizan en función de su año de nacimiento, 
sin tener en cuenta las múltiples diferencias que ofrecen 
en relación a su desarrollo cognitivo, madurativo y 
emocional, y un modelo de enseñanza afanado en buscar 
“soluciones” para que todos los alumnos de un mismo 
grupo-clase, avancen y aprendan al mismo tiempo y con la 
misma profundidad y complejidad, obliga a que todos ellos, 
en mayor o menor medida, renuncien a su propio ritmo, 
intereses y curiosidad a favor de un encaje social que, por 
un lado forma parte de sus necesidades de desarrollo
 (necesidad de pertenencia), pero que por otro 
“aprenden” a priorizar por la presión social 
(escuela y familia) que desde muy pequeños 
les manda mensajes para que “sean como los demás“.
En este entorno, aquellos con un potencial mayor crecen con 
el dilema constante de elegir entre sus necesidades de 
desarrollo y aprendizaje y sus necesidades de encajar y 
pasar desapercibidos. Esta lucha supone un esfuerzo y un 
desgaste interior con tres consecuencias: menor energía 
anímica para focalizarla en el desarrollo de su potencial, 
bloqueo emocional que les lleva a la apatía y a un 
sentimiento de “deriva”, y un rendimiento aún cuando sea 
“aceptable”, por debajo de su verdadero potencial.
La escuela tradicional se organiza de forma que el 
contenido, complejidad y profundidad a la que un alumno 
puede aspirar, viene determinado por su edad, 
organizado desde un criterio administrativo y limitado al 
enfoque del libro de texto o programación docente. El espacio
 para la exploración, la curiosidad más allá de estos límites, 
el debate y discusión desde el cuestionamiento y el 
pensamiento crítico, la generación de soluciones diferentes 
y creativas que debe promover un aprendizaje profundo y 
analítico, la interacción entre aprendizajes, la exposición y 
participación desde el conocimiento previo que es una 
herramienta tan eficaz para construir en los alumnos un
 sentimiento de logro positivo y el respeto de las 
distintas identidades, experiencias y puntos de vista, 
no tienen lugar, o lo tienen de nuevo en espacios 
pautados, limitados y controlados, como los ejercicios de 
debate escolar.
La lección “aprendida” es que uno debe limitarse a lo 
esperado, a lo pautado, a lo exigido, que han de rebajar 
sus expectativas de aprendizaje y desarrollo y conformarse
 con lo que se espera, por razón de su año de nacimiento
 o hasta donde otros dicten que es “normal”.
Un entorno de aprendizaje flexible y libre, pero al tiempo 
exigente y responsable, ofrece a los alumnos – a todos – 
el contexto necesario para poner a prueba sus fortalezas, 
aprender de otros de un modo natural y no forzado y sobre 
todo a aspirar a crecer hasta el máximo de las propias 
posibilidades y motivación. Un entorno de aprendizaje flexible 
es aquél sensible a las diferencias de los alumnos, no en 
razón de una etiqueta o sello previos, sino dejando las 
puertas abiertas para que éstos avancen al ritmo y la 
dirección que su motivación, capacidad e intereses le lleven,
en cada momento de su desarrollo, porque el talento,
 no es una función lineal siempre ascendente y de ritmo 
constante.
Olvida la escuela la construcción de una identidad social 
positiva para los niños con alta capacidad. Según la 
Teoría de Comparación Social de Festinger (1954) 
construimos esta identidad social por comparativas 
ascendentes o descendentes, positivas o negativas. 
Esto lo intuyen bien los maestros cuando proponen 
agrupamientos cooperativos en la que “utilizan” a 
los alumnos con altas capacidad para que sirvan de guía 
y estímulo para otros alumnos, pero ¿quién sirve de 
guía y estímulo para los alumnos con alta capacidad?
Los errores que se cometen cuando estos alumnos 
asumen un rol forzado y pautado -que no espontáneo 
y natural- para ser bien pseudo-profesores o bien llevando 
el peso del trabajo y el liderazgo en los grupos de 
“aprendizaje cooperativo”, son diversos.
Estos alumnos pueden construir una identidad social 
perjudicial para su posterior desarrollo basado en un 
sentimiento de “superioridad” que no nace de sus 
propios logros, sino de agrupamientos que les 
perjudican. Pueden también desarrollar una mentalidad 
fija “el logro no depende de mi esfuerzo” que hará que 
huyan de asumir retos a la altura de su capacidad y no
 desarrollar una adecuada mentalidad de crecimiento.
Mientras muchos docentes argumentan que estos 
agrupamientos asimétricos favorecen las relaciones sociales 
de los alumnos más capaces, no hacen sino que 
perjudicarlas. Uno, porque generan una auto-percepción 
inadecuada y dos, porque no pueden controlar si las 
relaciones de comparación social que se generen entre los 
miembros del grupo serán positivas (estímulo y 
comprensión) o negativas (rechazo y bloqueo).
Debemos reflexionar sobre qué es realmente lo que 
queremos para nuestros alumnos e hijos. Si un entorno 
pautado y controlado que tiende a la homogeneización, 
o un contexto educativo flexible en la que los objetivos y 
propuestas se plantean en función del perfil de cada alumno
 y no en relación a su edad ni su etiqueta.
Por supuesto que un entorno flexible modifica el rol de 
docentes y alumnos, necesita apoyarse en la 
responsabilidad y autonomía de aprendizaje de este último. 
Guiar, vigilar y aportar las herramientas necesarias para 
asegurar su avance que debe estar siempre ajustado 
a su perfil personal, buscando el equilibrio entre estimular
 y presionar, entre libertad e irresponsabilidad, entre guía
 y autoridad. Quizá por eso es tan vibrante y exigente la 
profesión docente.

Para saber más:

EL MODELO SEM DE ENRIQUECIMIENTO PARA 

TODO EL AULA

(Renzulli). Una serie de 7 vídeos imprescindibles:
FUENTE:

Comentarios

  1. Hola Marien. No sé como enviarte esto por privado. Agradezco la difusión de un artículo mío, pero por favor, referencialo correctamente. Indicar "fuente" no es suficiente, cuando además sólo haces una referencia genérica al blog y no a los artículos cuyo texto has reproducido literalmente, algo que no deberías hacer por otro lado. Citar una fuente se refiere a que te has inspirado, tomado ideas, datos o referencias de un texto. Y debes hacerlo correctamente, indicando de forma expresa la idea tomada y su referencia (autor, fecha, publicación, título, origen, etc..). Lo que tú has hecho aquí es reproducir textos copiados directamente de mi blog sin hacer siquiera una introducción para indicarlo. Copiando hasta el título. En fin te ruego que, bien lo borres, o bien hagas una introducción indicando que es un texto que has copiado del original https://aacclarebeliondeltalento.com/2020/02/09/el-rol-del-contexto-en-el-desarrollo-del-talento/, autora Paulina Bánfalvi, @aacclarebelion (La Rebelión del Talento), de forma que quede claro que no eres la autora. Gracias.

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  2. Rogaría hicieras los cambios en breve. Gracias.

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