APOSTAR POR LA DOCENCIA, LOS DOCENTES QUE QUEREMOS



APOSTAR POR LA DOCENCIA

«La enseñanza en este siglo XXI aún no se considera una profesión valorada» advirtió Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO.
Creo que todos estamos de acuerdo con esta frase, si no, miremos los problemas aún no resueltos que se nos presentan –de continuo– a los docentes de ayer y de hoy; a estos problemas, se les suman más cada día, porque la educación siempre ha sido una profesión que«se emparcha», en la que nunca se resuelven los problemas de fondo como la calidad de los aprendizajes, la consideración de la sociedad y gobiernos, salarios, etc. Lo justo y sano para todos sería que cambiara este estado de cosas en un futuro, es más, todos aspiramos a esto, con todo…
Ser docente es enseñar a ser persona, el docente que hace bien su trabajo transforma las vidas de sus alumnos.
El tema del docente, la calidad de su profesión y vocación toman renovada vigencia en el análisis del mundo en que vivimos –todos los días–; porque todos los problemas que padecemos en el mundo tienen su origen en la falta de educación.
Muchas veces, por el trajín diario y los innumerables problemas que se ven en nuestras escuelas decimos en caliente «nunca sean docentes», pero al finalizar de proferir esas palabras, en nuestro fuero interno, sentimos «qué linda carrera la de enseñar», ¿y vos?, ¿recomendarías ser docente?
Otra pregunta que quiero plantear es la de si el docente del futuro ¿será un robot? La evolución de las tecnologías está apoderándose de una de las ramas más importantes de contacto con otros humanos: la educación. Por eso, hoy que se evidencia tanta despersonalización, tanta tecnología que no se usa como herramienta y sí como  el sumun del aprendizaje; esa inercia de «humanizar» la tecnología en educación está dejando paso a las máquinas y –como docente– me surge esta pregunta: ¿el docente será un robot o un holograma?, les dejo la incógnita para la reflexión.
El docente es pilar de la educación, pero la docencia es una de las profesionesmenos valoradas socialmente.
La educación constituye una vocación y profesión que, sin duda, no es para cualquiera, no se puede llegar a ella como un paracaidista.
Primero, para ser docente hay estudiar, capacitarse; ser generoso porque todos nuestros alumnos tienen que ser mejores que nosotros, el mundo es de ellos y los tenemos que preparar, ayudar a ser libres, a comprender que lo único que nos hará libre es la educación.
La profesión docente cada vez es más compleja, pero es una carrera por la que apostar, porque la educación dignifica.
Parece sencillo, pero pensemos las enormes dificultades que supone estar al frente de una aula con 30 o 40 niños cuando todos los pedagogos aconsejan entre 25 a 28 alumnos para que la calidad del aprendizaje llegue en forma más personalizada, sin embargo, en Argentina –y más en mi caso–, he llegado a dar clases a 45 alumnos por salón.
El docente de hoy media con los alumnos por innumerables circunstancias familiares y de vida, además de las características de las escuelas, de la dificultad que presentan muchos aprendizajes, etc. Las escuelas son la caja de resonancia de la sociedad y le endosamos a nuestros alumnos lo que no podemos resolver nosotros, les «quemamos» etapas de vida.

LOS DOCENTES QUE QUEREMOS

LA DOCENCIA, como profesión y como pasión, es una disciplina a la que se debe acceder desde el respeto y con la idea de prestarle una gran dedicación; por esta razón, debemos «dignificarLA, revalorarLA», porque se reconoce como un componente central de la actividad educativa: todo es educación.
Reflexionar, e incluso criticar cómo es nuestra educación como profesión, también es parte de la vocación. Etimológicamente, el término profesar quiere decir ‘declarar o enseñar en público’, ‘ejercer’.
El futuro de la educación depende de contar con docentes que seamos consistentes con nuestros saberes para brindar al mundo alumnos autónomos, críticos, creativos y comprometidos con la sociedad en la que viven. Desde las etapas fundacionales del sistema educativo argentino hasta nuestros días, hay un consenso unánime sobre las falencias de formación de los maestros y de los profesores. Los futuros ingresantes a estudiar la carrera de docente tienen que poseer calidad.
En Finlandia, un país de moda con respecto a los fines y los medios educativos, los programas de formación de profesores son muy selectivos y rigurosos; también lo es en Ecuador, en fin, esto debería ser lo normal, no lo excepcional. El informe de Tan Oon Seng presentado en Dohaseñala que «asegurar salarios competitivos para los profesores es esencial», pero advierten que no es lo único.
Los docentes que salgan hoy en día de los Institutos y Universidades deben ser los docentes que queremos; no los que se encuentren por ahí porque nadie quiere ser docente.
La docencia es un compromiso con el presente y futuro.  Valoremos al docente que todos los días apuesta por trabajar a conciencia.
«Yo quiero como maestro… no a un sabio, pero sí a un hombre que se distinga por su educación, por la pureza de sus costumbres, por la naturalidad de sus modales, jovial, accesible, dócil, franco; en fin… en quién se encuentre mucho que imitar y poco que corregir».
Simón Bolívar

FUENTE: https://ined21.com/

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