El TDAH puede interferir en el funcionamiento
cotidiano.
Interfiere en:
1. El rendimiento académico: debido a la dificultad
para organizarse y para centrarse en una tarea un tiempo suficiente, presentan
dificultades en el aprendizaje de la lectura, la escritura y el cálculo
matemático. Esto hace que sus notas sean más bajas.
Incluso llegan a suspender exámenes, y a repetir un
curso, y a requerir refuerzo o adaptación curricular, pese a tener capacidad
intelectual para superar los objetivos y querer estudiar. Pueden pasar a
estudios de menor exigencia o bien abandonar los estudios.
2. En la capacidad para relacionarse con iguales y con
adultos debido a sus comportamientos desinhibidos, su excesiva insistencia,
su falta de reflexión, su fácil frustración (con los consecuentes enfados) y su
imposición de sus normas.
3. En la dinámica familiar y escolar. Los padres y
profesores suelen discutir con ellos y castigarles a menudo. Normalmente tienen
poca popularidad y amistades poco duraderas, incluso pueden llegar al
aislamiento.
Las personas con TDAH, sobre todo adolescentes, pueden
involucrarse en conductas de riesgo, como el consumo de sustancias
tóxicas. Además comienzan antes su actividad sexual, lo que aumenta el
riesgo de embarazo o paternidad precoz.
Por todas estas repercusiones negativas los niños con
TDAH tienden a tener una autoestima baja.
Además, como están en continuo movimiento requieren el
doble de recursos médicos (hospitalización, consultas externas y
urgencias), sobre todo por traumatismos y fracturas.
Es importante conocer que cuando no reciben tratamiento,
con el tiempo suelen tener trabajos por debajo de su capacidad intelectual.
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