Tratamiento de la expresión/TEL


Tratamiento de la expresión

Objetivos. Seleccionar las conductas que tengan un mayor impacto en las destrezas comunicativas del niño; seleccionar las conductas que sean más útiles y que se emitan en cualquier ambiente; seleccionar las conductas que ayuden a ampliar las destrezas comunicativas del niño; seleccionar las conductas que sean lingüística y culturalmente adecuadas

Secuenciación de contenidos.

a) Vocabulario básico. Para la mayoría de los niños con TEL, la adquisición de un vocabulario básico va a constituir el pilar sobre el que posteriormente se desarrollará el sistema lingüístico; si el vocabulario es muy reducido, difícilmente podrá construir frases ni utilizar su léxico rudimentario con fines comunicativos. Palabras concretas que denominen objetos o acciones específicas(juguetes, alimentos, animales/muñeco, leche, perro…);nombres de objetos y personas familiares (pelota, tren/ leche, pan, zapatos, vestido/ madre, hermanos, abuelos); nombres de animales y mascotas; verbos de acciones comunes (correr, jugar, comer, dormir, reír…); adjetivos para describir objetos y personas (partir de los más simples: grande, pequeño, alto, guapo, feo, colores…); palabras relevantes social y culturalmente en su entorno (profesión de los padres).

b) Inicio de construcción de frases. En el momento en que el niño ya dispone de un repertorio mínimo de palabras, se debe iniciar la unión de las mismas para construir frases elementales. Antes de pedirle que emita, bien espontáneamente o a través de repetición, cada una de las combinaciones de palabras y frases, es necesario asegurarse de que las comprende. Combinación de dos palabras (pelota-grande); frases de dos palabras (el gato corre); frases de tres o más palabras (bota la pelota roja); frases negativas (el niño no come); frases reversibles frente a frases irreversibles (el gato juega con el perro/la niña come manzanas); frases transitivas frente a intransitivas(la niña abre la puerta/el niño juega); frases relativas (la niña viste al bebé que llora); frases comparativas (el niño es más alto que la niña); frases causales y consecutivas (como el niño es pequeño, no alcanza la silla / el niño no alcanza la silla porque es pequeño); expansiones de sintagmas (el círculo que tiene un punto en el centro, es rojo).

c) Elementos morfológicos y sintácticos. Conviene iniciar el entrenamiento morfológico cuando el niño ya es capaz de unir palabras y construir frases elementales. A la vez que se introducen los elementos morfológicos es conveniente continuar con el aprendizaje de nuevas palabras y con la unión de las mismas. Antes de introducir las estructuras sintácticas se recomienda la enseñanza de distintos morfemas gramaticales. La secuenciación puede ser a grandes rasgos la siguiente: términos de concordancia nominal: número y género gramatical (el/un lápiz, la/una casa); inicio de la morfología inflexiva verbal (/s/comes, hablas, ríes; /ste/ comiste, hablaste…); preposiciones y conjunciones (a, de, en, con…/y, o, pero…); adjetivos posesivos y demostrativos (mi pelota, esta silla, tus zapatos); auxiliares (el niño está enfermo, la pelota es azul, la niña está corriendo…); pronombres personales (–yo– no voy al colegio); otros morfemas gramaticales (qué, quién, cómo, dónde, cuándo...).

d) Categorías pragmáticas. El objetivo último de todo tratamiento de lenguaje es promover el habla conversacional adecuada en contextos naturales. Con respecto al contexto lingüístico: uso adecuado de artículos; ejercitación en referencia pronominal (el niño tiene una pelota y se la deja a la niña); tareas de comunicación referencial (describir un objeto y adivinar a qué me refiero). Con respecto al contexto paralingüístico: identificación de expresiones emocionales; emisión de frases simulando distintas emociones; identificación de inconsistencia entre palabra y expresión. Con respecto al contexto extralingüístico: iniciación de temas de conversación retirando progresivamente la incitación; mantenimiento de temas de conversación; ejercitación en respeto a los turnos de habla; entrenamiento en rectificaciones conversacionales. Iniciación a la inferencia (detección de): analogías, metáforas, sarcasmo. Entrenamiento en narrativa (narrar acontecimientos, historias, o experiencias coherentes y cronológicamente correctas).

Un aspecto final de la intervención se refiere a dónde, cuándo y con quién ésta tendrá lugar (lo que se conoce como el contexto).

Normalmente nos referimos a la intervención clínica, pero también tenemos que contar con la familia, los maestros, e incluso los compañeros del niño con problemas de lenguaje. Todos ellos toman parte en el proceso de intervención como agentes colaboradores en contextos diferentes al clínico. Planificar cada aspecto de la intervención del lenguaje tiene una importancia fundamental.

Es necesario que clínicos e investigadores aúnen esfuerzos para lograr programas de tratamiento efectivos con la colaboración primordial de esos agentes.

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