Cómo darnos cuenta cuando un lactante podría estar cursando
un proceso depresivo:
- Cuando se evidencia apatía; se observa a un bebé
desinteresado en el vínculo con adultos u otros referentes y además se presenta
quieto, con escasa movilidad, interactúa poco con los demás.
- Cuando presenta inhibición motriz; dificultades en adquirir
movimientos esperados para la etapa en que se encuentra.
- Cuando su crecimiento y peso es menor al esperado, con
dificultades en la alimentación y llanto frecuente.
Este cuadro se lo asocia a la pérdida de la figura de apego
primaria (la madre) y con que no haya aparecido un sustituto adecuado; también
con la pérdida por ausencia emocional ( cuando la madre no sostiene
emocionalmente al bebé). Y se lo asocia a una disfunción en la interacción
madre-bebé (ausencia de capacidad de respuesta adecuada).
Cómo darnos cuenta cuándo un preescolar podría estar cursando
un proceso depresivo:
- Cuando se evidencia tristeza en el rostro y en el aspecto
general del niño.
- Cuando se lo observa con trastornos en el sueño: que duerme
demasiado o duerme pocas horas.
- Cuando existe un trastorno en la alimentación: come
demasiado o le cuesta comer.
- Cuando estamos frente a niños que fácilmente se cansan o se
aburren.
- Cuando se los ve desinteresados (apatía) o con
hiperactividad (no dejan de moverse y estar en actividad)
- Cuando no les gusta jugar o tienen dificultades para
relacionarse con otros niños.
Cómo darnos cuenta cuando un escolar podría estar cursando un
proceso depresivo:
- Cuando el niño presenta tristeza persistente en su rostro y
aspecto.
- Dificultades en experimentar placer.
- Desesperanza, pesimismo; son niños negativos.
- Pasividad; les cuesta expresar lo que quieren y todo les da
igual.
- Disminución del rendimiento escolar (es más frecuente que
lleguen a la consulta por este tema).
- Aburrimiento frecuente.
- Quejas físicas (dolores manifiestos).
- Cuando padecen frecuentes accidentes y lesiones corporales
debido a los mismos.
- Irritabilidad, mal humor, se enojan con frecuencia.
- No aceptan fácilmente las propuestas que la vida les
ofrece.
- También se distraen a menudo.
Grupos de riesgo
- Niños que presentan cefaleas inmotivadas (frecuentes
dolores de cabeza).
- Niños internados por diferentes motivos; accidentes,
enfermedades, intervenciones quirúrgicas.
- Niños con dificultades de aprendizaje; dislexia, con un
descenso de su rendimiento escolar.
- Niños que presentan un trastorno del humor; fácilmente
pasan del llanto a la risa y a la inversa.
- Niños víctimas de situaciones traumáticas; duelos, mal
trato, pérdidas significativas, separaciones.
Es importante diferenciar la tristeza frente a una situación
determinada de la depresión (sostenida en un tiempo considerable sin mejoría).
Origen de la depresión infantil
El origen es multicausal; puede asociarse a un componente
biológico, a una alteración en los neurotransmisores, sin descartar la
posibilidad de que sea hereditaria (que alguno de sus padres o familiares sean
depresivos).
También se asocian a causas psicológicas, familiares y
sociales; patrones negativos de pensamiento, funcionamiento familiar de riesgo
(maltrato físico, sexual o emocional), adicciones, alcoholismo instalados en la
misma.
Por último es frecuente encontrar niños con diagnóstico de
depresión cuando forman parte de familias “sordas emocionalmente” o “mudas
emocionalmente”, con grandes dificultades en la comunicación, que no logran
captar al niño real que tienen, no lo aceptan tal cual es y realizan exigencias
desmedidas o se manejan con parámetros de idealización, comparación y
desestimación de las conductas del niño.
Tratamiento
Primero que
nada es fundamental lograr una consulta oportuna con profesional especializado
y así lograr un psicodiagnóstico clínico realizado por un profesional
capacitado en la temática;: psicólogo con especialización en niños.
Muchas veces el abordaje es multidisciplinario; con pediatra
tratante, psiquiatra infantil (quien pueda integrar la farmacoterapia mediación
pertinente si amerita), neuropediatra, y psicopedagogo ,según cada caso.
Luego del psicodiagnóstico, puede estar indicada la
psicoterapia, promoviendo el cambio en los patrones negativos de pensamiento
que caracterizan a la depresión, trabajando con el niño y sus distintos
sistemas - familia, escuela, amigos, otros referentes y profesionales - y con
una perspectiva de prevención en salud. Si el pequeño no recibe atención y
tratamiento en esta etapa nos encontraremos con una tendencia a la cronicidad,
trastornos de conducta graves, comportamientos violentos y sobre todo riesgo
suicida en etapas posteriores de la vida.
Siempre hay que trabajar con la familia, quienes tienen que
comprender lo que le está pasando al niño, comprometerse e involucrarse en el
proceso psicoterapéutico, ya que la mayoría de las veces, el niño es el
portavoz de algo que está sucediendo en la familia.
La autora del presente artículo es la psicóloga Andrea
Coppola Zicari (afcoppola@hotmail.com). Coppola es psicóloga educacional de
equipos multidisciplinarios de UTU y docente de alfabetización laboral en los
cursos de Formación Profesional Básica de UTU.
Fuente:Uruguay Educa
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