Los niños desarrollan estrategias cognoscitivas y creencias basadas en el esfuerzo sobre su inteligencia—que son los hábitos mentales vinculados con el aprendizaje de mayor nivel—cuando se les insta continuamente a plantear preguntas, aceptar retos,encontrar soluciones que no sean de inmediato aparentes, explicar conceptos, justificar su razonamiento y buscar información. Cuando se espera de los alumnos este tipo de conducta inteligente, lo interpretan como señal de que se piensa que son inteligentes y llegan a aceptar este criterio. La paradoja es que los niños se vuelven inteligentes si se les trata como si ya lo fueran (Resnick y may, 1998).
Costa describe cinco
características de quienes poseen los hábitos de la mente, y que hacen
de ellos buenos pensadores.
Inclinación
Inclinación se refiere a que, en términos generales, las
personas están inclinadas a querer pensar con cuidado acerca de los problemas
con los que se enfrentan en la vida. Por supuesto, a veces pueden tomar
decisiones rápidas, pero usualmente emplean cualquier recurso a su alcance para
aplicar buenas estrategias de pensamiento.
Valor
Esta característica es similar a la de inclinación,
pero se relaciona más con las emociones de un pensador. Los pensadores que
valoran el pensar críticamente, consideran dignas de tomar en cuenta prácticas
tales como sopesar diferentes alternativas, examinar la credibilidad de la
evidencia y escuchar los puntos de vista opuestos. Creen que este tipo de
pensamiento es importante, incluso ético, y merece la pena el esfuerzo de
ejercerlo. Por ejemplo, una estudiante de quinto grado que ordena una
presentación en el tema de la inmigración, se toma el tiempo para entrevistar a
inmigrantes locales, porque quiere transmitir la verdad acerca de sus
experiencias.
Sensibilidad
Tener un repertorio de estrategias y destrezas para el
pensamiento, y la habilidad para usarlas, será de poco valor si la persona no
puede discernir cuándo un tipo particular de pensamiento es apropiado para una
tarea específica, Por ejemplo, una estudiante que elabora un informe de
resultados de una investigación, debe darse cuenta de que categorizar sus
apuntes la ayudará a definir una estructura para el comunicado. Reconocer la
herramienta mental adecuada para la tarea indicada es importante para el
pensamiento eficiente y efectivo, y esto demanda sensibilidad.
Capacidad
Los docentes tienen el mayor control sobre la habilidad de
sus estudiantes para desempeñar las destrezas de pensamiento apropiadas.
Mientras los estudiantes no decidan utilizar sus destrezas de pensamiento,
ninguna cantidad de inclinación, valor o sensibilidad los
ayudará a ejecutar los tipos de pensamiento que los problemas demandan. Estudiantes
de todas las edades pueden ejercitar sus habilidades para comparar y contrastar
objetos e ideas, crear categorías para organizar hechos, y utilizar argumentos
lógicos para persuadir a los demás. Esta área es responsabilidad del docente, y
aunque algunos estudiantes pueden desarrollar por ellos mismos las destrezas de
pensamiento que necesitan, muchos no lo harán sin ayuda.
Compromiso
Pensar es un arduo trabajo. Algunas veces exige sacrificar
creencias y prácticas arraigadas. En ocasiones significa admitir un error y
empezar de nuevo. Un compromiso con el pensamiento profundo y cuidadoso implica
que la persona está continuamente aprendiendo nuevas destrezas y conocimiento.
Por ejemplo, estudiantes avanzados de primaria practican sus destrezas matemáticas,
no solo por una calificación, sino porque quieren ser mejores en Matemática.
Compromiso no solo alude a querer aprender, sino también a realizar el trabajo
necesario para permitir que acontezca el aprendizaje.
Hábitos de la mente
Costa y Kallick han identificado dieciséis hábitos de la
mente importantes para el pensamiento efectivo. Quienes poseen estos hábitos,
no solo pueden pensar profundamente, sino que también escogen hacerlo de esa
manera. Estos hábitos de la mente son perfilados por nuestra inteligencia,
nuestra personalidad, nuestras experiencias, y nos ayudan a acceder a las
habilidades mentales para resolver problemas cuando necesitamos hacerlo.
Persistencia
Los pensadores exitosos y los estudiantes no se rinden
cuando los proyectos son desafiantes. Trabajan minuciosamente en los problemas,
intentando diferentes estrategias o empleando técnicas de automotivación.
Manejar la impulsividad
Los buenos pensadores son deliberativos. Consideran las
posibilidades antes de actuar. Elaboran un plan, predicen las consecuencias y
anticipan los problemas. Dedican el tiempo adecuado a entender un problema,
antes de empezar a resolverlo.
Escuchar a los demás con empatía y comprensión
Los buenos pensadores son buenos escuchas. Están interesados
en lo que los demás tienen que decir, y escuchan detenidamente para asegurarse
de que están entendiendo correctamente. Mantienen sus opiniones en reserva
hasta haber escuchado a todos hasta el final, y reconocen que los demás pueden
tener ideas e información que los ayudarán a resolver problemas y a tomar
decisiones.
Pensar flexiblemente
Los pensadores flexibles cambian de parecer cuando son
expuestos a información nueva, precisa y crítica, aun si esa información
contradice creencias profundamente arraigadas. Pueden ver el panorama global y
los detalles significativos. Pueden sintetizar información desde una variedad
de fuentes, al mismo tiempo que evalúan su credibilidad. Pueden emplear
diversas estrategias, así como adaptarlas y modificarlas cuando se requiera
para llevar a cabo tareas específicas.
Metacognición
Los pensadores metacognitivos tienen el control sobre su
pensamiento, porque están conscientes de cómo piensan. Planifican cómo
resolverán un problema, y monitorean qué tan bien marcha su plan. Cuando
terminan un proyecto, vuelven la vista atrás y piensan en qué pueden aprender
de la experiencia.
Esforzarse por alcanzar la exactitud y la precisión Un
sentido artesanal resulta crítico para el buen pensamiento, lo cual involucra
un respeto por la exactitud y la precisión, y un deseo de hacer las cosas tan
eficientes, hermosas o claras como sea posible. Los buenos pensadores tienen
presentes los criterios de calidad predominantes en el campo en el cual están
inmersos, y trabajan tan duro como pueden para realizar una labor que cumpla
los requisitos.
Cuestionar y plantear problemas
La curiosidad verdadera gobierna el pensamiento profundo, y
es el tipo de cuestionamiento que atrae al pensador hacia problemas complejos.
Los pensadores adeptos encuentran problemas donde otros están satisfechos con
el status quo, y están conscientes de los vacíos en su conocimiento.
Aplicar a nuevas situaciones el conocimiento pasado
Para ayudarse a comprender nuevos conceptos, los pensadores
efectivos usan sus experiencias y el conocimiento disponible al notar las
similitudes y efectuar conexiones. Dicen cosas tal como: Esto me recuerda
cuando yo…, o Este modelo se parece mucho a… Frecuentemente
describen ideas con metáforas y analogías, las cuales los ayudan crear un marco
para las ideas con las que están poco familiarizados.
Reunir información por medio de todos los sentidos
Parte de ser un pensador flexible consiste en utilizar una
variedad de métodos para llegar a la verdad. Los buenos pensadores emplean la
visión, el sonido, el gusto, el tacto y el olfato para mejorar sus ideas y
expandir su manera de pensar acerca del mundo circundante.
Crear, imaginar e innovar
Las personas creativas visualizan las cosas desde diferentes
perspectivas. Amplían los límites de lo que se espera y asumen riesgos. La
creatividad involucra algo más que, sencillamente, traer a colación ideas
inusuales; también implica ser crítico con el trabajo de uno mismo, solicitar
la crítica de otros, y trabajar constantemente para refinar la pericia técnica
y generar mejores productos.
Responder con admiración y asombro
Los buenos pensadores disfrutan los misterios que observan
alrededor de ellos en el mundo. Buscan problemas para resolver y les gusta
formar acertijos. Encuentran algo maravilloso e impresionante en los
acontecimientos cotidianos, así como en los eventos de una vez en la vida.
Asumir riesgos con responsabilidad
Los pensadores tienen un impulso casi incontrolable de
desplazarse fuera de su zona de confort. Quienes asumen riesgos
responsablemente, utilizan sus experiencias y conocimientos para determinar
cuándo una línea de acción vale la pena el riesgo. Aceptan con ansias nuevas
responsabilidades, y aprenden con entusiasmo nuevos juegos y destrezas.
Encontrar el humor
Los pensadores creativos tienen lo que Costa denomina un
caprichoso marco mental. Se percatan de lo absurdo e irónico del mundo en
torno a ellos, y frecuentemente tienen una perspectiva única de la situaciones
cotidianas. También, les complace jugar con el lenguaje y crear analogías y
metáforas originales. No se toman muy en serio a ellos mismos, y se divierten
en el trabajo.
Pensar de manera interdependiente
En el siglo XXI, los problemas se han vuelto tan complejos,
que nadie puede resolverlos solo. Como explican Costa y Kallick (2000a), nadie
tiene acceso a toda la información requerida para tomar decisiones críticas;
nadie puede considerar tantas alternativas como varias personas (p. 11).
Para trabajar exitosamente con otros, se requiere que los estudiantes sean
competentes al ofrecer realimentación, con críticas tanto elogiosas como
constructivas. Esto también demanda que seleccionen y acepten realimentación de
sus propias contribuciones a los esfuerzos del grupo.
Aprender continuamente
La motivación intrínseca para ser un mejor pensador y una
mejor persona, es la clave para el aprendizaje permanente. Las personas con
este hábito de la mente, siempre están emprendiendo nuevos proyectos y
adquiriendo nuevas destrezas. Aunque pueden sentir seguridad en sus puntos de
vista respecto a un tema, nunca están tan seguros como para no entender
información nueva y cambiar de parecer. Perciben los problemas como posibilidades
de aprender y continuar practicando, a lo largo de sus vidas, todos los hábitos
de la mente.
Enseñar hábitos de la mente significa abarcar más allá del
tema del día, así como abordar cualquier actividad como un paso hacia el
aprendizaje independiente y permanente. Si bien los estudiantes pueden ser
persuadidos de completar sus actividades, por medio de castigos y
recompensas extrínsecas, estos tipos de motivadores
disminuyen la motivación auténtica en el aprendizaje de tareas, y pueden
extinguir el deseo de continuar el aprendizaje fuera del salón de clases. Al
modelar las actitudes y los valores que apoyan el pensamiento crítico y
creativo, y crear una cultura de aula que valora el amor al aprendizaje, los
estudiantes no estarán limitados a lo que pueden aprender en la escuela. Pueden
encontrar, en cualquier experiencia, una oportunidad de aprendizaje.
Referencias Costa, A.L. (2000a). Components of a well-developed thinking skills
program. Seattle,
WA: New Horizons. www.newhorizons.org/strategies/thinking/costa2.htm*
Costa, A.L. (2000b). Habits of mind. In A. L. Costa, (Ed.), Developing
minds: A resource book for teaching thinking, (pp. 80-83). Alexandria,
VA: ASCD. Costa, A.L. & Kallick, B. (2000a). Describing 16 habits of
mind. Alexandria, VA: ASCD. Costa.
A.L. & Kallick, B. (2000-2001b). Habits of mind. Highlands Ranch,
CO: Search Models Unlimited. http://www.habits-of-mind.net/* Wegerif, R.
(2002). Literature review in thinking skills, technology, and learning.
Bristol, England: NESTA. www.nestafuturelab.org/research/reviews/ts01.htm*
Comentarios
Publicar un comentario