El niño y la niña de 10 a 18 años
• Mis amigos son muy importantes para mí, nuestras relaciones
se vuelven más complejas y si tengo problemas con ellos, me afecta mucho. A mi
alrededor todo el mundo necesita sentirse aceptado y encajar con el grupo; yo
también. Algunas veces tendemos a rebelarnos si no estamos de acuerdo con lo
que “impone” el líder o la líder y surgen problemas, y otras lo aceptamos para
no ser rechazados. Aunque necesite ayuda, me cuesta expresar mis miedos por lo
que tiendo a manejar los problemas por mi cuenta.
• A los 13 años comienza la pubertad y con ella la adolescencia.
Una serie de cambios físicos, psicológicos y conductuales que provocan cambios
importantes en mi forma de ser. Dicen que puedo volverme muy “inestable”.
A veces tengo una confianza exagerada en mí mismo y en cambio
otras, muestro una vergüenza excesiva. Mis gustos e intereses han cambiado.
• Forma parte de mi desarrollo mostrarme cabezota y defender
mis puntos de vista ante los adultos, pero necesito su apoyo, afecto y
comprensión, sobre todo ante situaciones que se pueden complicar.
Tengo la sensación de que no me puede pasar nada malo y no
entiendo la insistencia que tienen mis padres en protegerme. Se empeñan en
tratarme como a un niño y no me gusta; además, a veces me cuesta entender sus
puntos de vista, por eso tenemos discusiones.
• Empiezo a fantasear con mi vida de adulto, a sentirme identificado
con otras personas y tiendo a cambiar de aspecto, gustos y aficiones para
tratar de encontrar mi lugar o saber quién soy.
¿Cómo responder adecuadamente a sus necesidades?
El sistema de normas y sanciones debe ser revisado y dialogado
con ellos. Esto quiere decir que las normas se deben replantear y adaptar a su
mayor autonomía. Esto implica necesariamente más libertad de actuación, pero también
exige más responsabilidad por su parte. Las normas deben seguir basándose en
los mismos principios de diálogo y respeto.
El vínculo afectivo establecido previamente y el estilo de comunicación
utilizado los años anteriores tendrá una gran influencia en esta etapa de
“crisis” y cambios. Es muy importante acompañarles en su propio desarrollo del
sentido de lo que está bien y lo que no. Debes hablar con él o ella sobre
prácticas que pueden ser dañinas como fumar, tomar drogas u otro tipo de
situaciones que puedan ser peligrosas.
Proporciónale además información afectivo–sexual. Dialogar
con él o ella sobre los pros y contras de los temas que nos preocupan es más
efectivo que prohibir.
Si anteriormente has establecido unas bases de confianza mutua
y hablas sin tabúes de distintos temas, le estas dando herramientas de
autoprotección, capacitándole para decidir por sí mismo con la seguridad de que
pueden acudir a ti si tienen algún problema.
Tener en cuenta las características de esta etapa ayuda a restar
importancia a ciertos comportamientos que no te agradan (que se muestre menos
cariñoso o más reservado, que tenga cambios de humor, que se aíslen).
Fuentw: ¿Quién te quiere a ti? - Guía para padres y madres
Comentarios
Publicar un comentario