Actuaciones generales en el aula-Dislexia


Actuaciones generales en el aula.

. En el día a día del aula: hay todo un conjunto de medidas generales que siempre hay que seguir (se trate del tipo de dislexia que se trate):


Proximidad en su ubicación en el aula (lo más cerca posible de profesor y de la pizarra)
  • La proximidad con los centros de interés: la pizarra, el profesor, etc, le facilitan una atención más focalizada, más dirigida.
  • También facilita al maestro el control y la supervisión de la realización de la tarea.
  • Aumenta su motivación.

2º Comprobar siempre que el niño ha comprendido el material escrito que va a manejar; explicárselo verbalmente.
  • La tarea de “descifrar” lo escrito es el problema fundamental del niño, por lo que hemos de asegurarnos de que entiende lo que está escrito (en libros, pizarra, fichas, etc.). Si se lo explicamos oralmente estamos usando un medio de información (el lenguaje hablado)  que él sí conoce y maneja con normalidad[1].
  • Si adquiere conocimientos mediante el lenguaje hablado, podremos evaluar esos conocimientos.
  • Necesitará ayuda para relacionar conceptos nuevos con la experiencia previa.
  • Hemos de intentar que el análisis de oraciones se realice manejando secuencias verbales en lugar de escritas; sólo al final de ese proceso oral podrá llegar a identificarlas en las oraciones escritas (después de trabajarlas verbalmente, “de arriba hacia abajo”).
  • Al abordar el razonamiento matemático en la resolución de problemas, se podría plantear -en algunas sesiones con todos los compañeros- un esquema de trabajo de los problemas a nivel oral[2],     
3º Abundar en la evaluación oral de los conocimientos del niño:

  • Si el medio de información más eficaz para el niño es el lenguaje hablado, también será el mejor medio para evaluarle.
  • El uso del lenguaje escrito siempre le penalizará en la evaluación de sus conocimientos.
  • Cuando, irremediablemente, tenga que hacerse por escrito, se aconseja comentar con él a solas nuevamente las preguntas o ejercicios realizados. Eso completa la evaluación real de los conocimientos del niño.
  • El niño debe saber que existe esa otra forma de “demostrar” lo que sabe.
  • La evaluación de los conocimientos por escrito se podría hacer mediante preguntas que impliquen respuestas de clasificar palabras, rellenar con verdadero/falso, completar frases con una o dos palabras, en lugar de preguntas que exigen redactar  frases largas o pequeños textos, porque el niño disléxico, al estar pendiente de expresar los contenidos, le dedica menos recursos a la expresión escrita y comete errores ortográficos.
4º El niño debe estar informado de cuándo sí y cuándo no leerá en voz alta en clase, así como de lo que se espera de él.

  • Es preciso disminuir, de manera significativa, la frecuencia de lectura en clase. Pero es importante que el niño mantenga la expectativa de poder demostrar lo que aprende, aunque sea más lentamente.
  • Cada tres o cuatro semanas se puede plantear y acordar con el niño una lectura suya en voz alta en la clase. Se trata de darle tiempo suficiente de ensayo como para que pueda haber avances.
  • Previo al día de la lectura en clase, se valoran con él las mejoras que ha conseguido en las últimas semanas y hasta dónde de bien puede llegar a hacerlo, así como hasta donde no puede llegar todavía.
  • En función de la edad del niño y del grupo en general se puede hacer partícipe a la clase del problema y de las expectativas que podemos poner todos en cuanto a la ejecución de la lectura por parte del niño.
5º No se le deben dar textos largos para leer.

  • En función de la velocidad lectora del niño se puede calcular el tamaño del párrafo que le podemos pedir.
  • Se trata de que esa lectura no le lleve más tiempo que a otro niño; se recorta en la cantidad a leer, no se aumenta el tiempo de lectura.
Demostrarle nuestro interés por él y por sus aprendizajes.

  • Hacerle ver al niño que estamos pendientes de él, no para corregirle sino para ayudarle.
  • Recordarle algo que hizo bien “el otro día”, preguntarle por sus dificultades concretas mientras realiza un ejercicio, animarle ante esas dificultades, explicárselas y apoyarle.
7º Puede ser importante, en según qué actividades, que el niño esté rodeado de los compañeros más competentes de la clase,

  • En trabajos de grupo el niño puede sentirse más motivado en medio de sus iguales más competentes.
  • Aunque habría que estar muy pendientes de que tuviera la ocasión y la realizara, de aportar al grupo su parte creativa en ese trabajo de grupo.
8º No exigirle ni una ortografía ni una puntuación adecuada; sabemos que esas son tareas muy difíciles, si no imposibles, para él.

  • Es la parte más formal del lenguaje escrito y le resulta muy dificultoso: es así intrínsecamente. Él, sencillamente, no automatiza las reglas ortográficas aunque las conozca a nivel teórico.
  • ¿Le vamos a valorar por sus dificultades?
  • Si ni siquiera maneja las reglas naturales ¿cómo vamos a exigirle que utilice las reglas arbitrarias?
  • Es muy difícil para él –si no imposible- que llegue nunca a puntuar de forma correcta.
9º Establecer criterios para su trabajo en términos concretos que él pueda entender.

  • Evaluar sus progresos en comparación con él mismo.
  • Ayudarle en los trabajos en las áreas que necesita mejorar, o tolerar ayudas externas (que la familia o profesores particulares les ayuden).
  • Darle tiempo para organizar sus pensamientos y para organizar su trabajo.
10º No dejarle nunca corregir él sólo un dictado.

  • Los errores que haya cometido en un dictado, en un altísimo porcentaje, no serán reconocidos por el niño si está solo; necesita del maestro para que le dirija en la observación de lo que realmente allí ha escrito.
  • Se puede intentar a posteriori, cuando ya ha sido realizada la tarea de corrección con el maestro, sobre el mismo texto.
11º No hacerle escribir en la pizarra ante toda la clase.
  • Tal como con el leer en voz alta en clase, debe hacerse sólo en contadas –y programadas- ocasiones y nunca para escribir un texto al dictado de varias frases de longitud.
  • Se recomienda: fecha del día, palabras sueltas o frases muy cortas que completan un texto ya existente. (Tareas mucho más automáticas y cotidianas que son fácilmente recordables y suficientemente “motivantes”)
12º Favorecerle el acceso y el uso de la informática o de aparatos electrónicos en función de su edad.

  • Los medios informáticos pueden ser de gran ayuda en cuanto a la corrección ortográfica.
  • Además de un elemento de motivación para sus tareas de aprendizaje.
  • El mayor o menor uso de los medios informáticos va a ir en función de la edad y de las exigencias del currículo académico.
  • Se le debe permitir entregar los deberes de casa hechos por ordenador.
  • En la medida de lo posible, se le permitirá trabajar en clase con ordenador.
  • Se le permitirá utilizar software[3] adecuado a sus dificultades.
  • También se le permitirá usar calculadora, grabadora, etc.
13º Comentar con el niño personalmente  la corrección por escrito de los ejercicios realizados en clase.

  • Una vez corregidos sus trabajos, como los de los demás niños, por escrito, se deben comentar con el niño personalmente los resultados y las alternativas correctas.
  • Hay que evitar la corrección sistemática de todos los errores de su escritura. Hacerle notar aquéllos sobre los que se está trabajando en cada momento.
  • Se trata de que entienda las correcciones y aprenda de ellas. No de que las correcciones suenen a castigo, a fracaso, a “yo no sé…”.
  • Las correcciones se pueden suavizar evitando connotaciones negativas (tachando o señalando los errores sin más)[4].     
14º No limitarle su actividad a tareas simples, sino saber dosificarle la cantidad de trabajo.

  • Las tareas simples y rutinarias aburren a cualquier niño: él está capacitado para hacer todo tipo de tareas, aunque no las escriba correctamente.
  • Las tareas que se le propongan han de ser de su nivel.
  • Ya sabemos que puede necesitar más tiempo, por lo que hemos de controlar la cantidad de tarea, no su dificultad.
15º Pedirle menos cantidad de deberes para la casa, aunque sin vacilar en ponerle algún ejercicio difícil. Personalizar la demanda con el niño.

  • Como en el punto anterior, hay que controlar la cantidad de tarea incluyendo desafíos de mayor dificultad.
  • Lo fundamental será que se le encargue al niño la tarea para casa de modo personal, sin compararlo con los demás niños, y como un acuerdo entre él y su maestro.
  • Nunca se le debe pedir “que él llegue hasta donde pueda”; resulta humillante y lo que hará es extenuarse (aunque no lo quiera reconocer nunca ante el maestro) haciendo todos los deberes para ser como los demás, porque no quiere ser menos. No hay que dejarle a él el baremo, es el profesor el que tiene que decidirlo, pactando con el niño y de acuerdo con su familia.
16º No dudar en repetirle y explicarle  las cosas las veces que sea necesario.

  • El niño con dislexia se despista fácilmente y su atención es fluctuante en tareas de aprendizaje. No es que se distraiga, sino que su capacidad de atención varía a lo largo del día o de los períodos, y además carece de memoria a corto plazo.
  • Hacerle saber que puede preguntar sobre todo aquello que no comprenda.
  • Repetirle las cosas y las explicaciones cuantas veces sea necesario, sin que suene a sermón ni a castigo.
  • Muy importante será que nos fijemos, al explicarle algo, si tenemos su atención puesta en nosotros. El contacto visual con él y la expresión de su cara es el mejor referente para valorar su capacidad de atención en cada momento[5].
  • Asegurarse de que entiende las tareas, pues a menudo no las comprenderá.
17º Escribir y escuchar (dictado o apuntes) simultáneamente puede resultarle muy difícil.

  • Traducir a grafemas escritos los fonemas que escuchamos es una tarea muy compleja para el niño con dislexia.
  • El ritmo del dictado debe ser inferior al que se utiliza con el resto de sus compañeros.
  • Las unidades auditivas que se le van dictando deben ser cortas (de 2 ó 3 palabras), emitidas como una unidad y repetida en sus componentes varias veces.
  • Necesita más tiempo que los demás niños.
  • Dosificarle la tarea.
  • Por supuesto, cuando llega el momento de tomar apuntes, su precisión es desastrosa, por lo que siempre les deberemos proporcionar un “texto seguro” escrito para que puedan estudiar. Bajo ningún concepto se les debe dejar estudiar de sus apuntes, porque los resultados serían frustrantes[6].
18º El uso de esquemas y gráficos en las explicaciones de clase permiten al niño una mejor comprensión y favorecen una mejor funcionalidad  de la atención.

  • Todo lo que sea mostrarle al niño la globalidad de algo le facilita la posibilidad de ubicar los detalles, las partes. Y más aún si se los mostramos.
  • Los esquemas y gráficos facilitan la comprensión del conjunto y esa ubicación de los detalles.
  • Los índices de sus libros, esquemas de las lecciones con sus apartados y sub-apartados ayudan al niño a organizar sus conocimientos y sus aprendizajes.

[1] Alguien puede ayudarle leyéndole el material de estudio y, en especial, los exámenes.
[2] El profesor lee el problema y después los alumnos van siguiendo unos pasos también a nivel oral, contando con sus palabras de qué trata el problema y respondiendo a preguntas: ¿qué sé del problema?, ¿qué me preguntan?, ¿qué operaciones tengo que hacer?, ¿qué resultado he obtenido?
[3] Programas de lectura de textos o de reconocimiento de voz. Son especialmente recomendables los productos concretamente diseñados para niños disléxicos y avalados por la FEDIS (como ClaroRead, DiTres, etc.)
[4] Con expresiones como: ¿no te parece que esto lo podrías haber escrito de esta otra manera?, o: yo creo que aquí podrías mejorar un poco, o: mira, esta palabra te ha salido muy bien y aquí sólo te has confundido en una letra.
[5] Es un rasgo característico entre los disléxicos, cuando están “desconectados” que su rostro refleje una expresión muy típica que nos dice ¡¡¿¿de qué me estás hablando??!! En esos momentos hay dos opciones: o dejarlo para más tarde, o cambiar de tema para captar la atención y, sólo entonces, retomar la cuestión.
[6] Unos apuntes mal tomados basan el estudio en un texto erróneo, lo que conduce a un aprendizaje, quizá perfecto en cuanto al método y al tiempo invertido, pero equivocado en cuanto al contenido. Cuando el niño se examine sobre lo que con esfuerzo se ha estudiado y se sabe a la perfección, y sus resultados sean negativos, la frustración está asegurada.

ASOCIACIÓN ANDALUZA DE DISLEXIA
 (ASANDIS)

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