No tendríamos que hablar de inclusión si antes no hubiésemos segregado, si desde el principio nuestra respuesta ante la diversidad hubiese sido otra, si desde el principio hubiésemos entendido que la normalidad es un concepto frágil, relativo, si hubiésemos entendido que normal no es lo opuesto de anormal; no tendríamos entonces que estar hablando de inclusión, sino de educación. Hablar de educación inclusiva, es hablar de una educación equitativa y de calidad para todo el alumnado y con todo el alumnado, es hablar de eliminar el sistema binario normalidad/diversidad y sobre todo, hablar de educación inclusiva supone eliminar la exclusión en y desde la educación, con la participación activa siempre de todo el alumnado.
Hemos normalizado las injusticias y hemos confundido que atención a la diversidad es una atención solo para los que son diversos, para los que no son normales, reduciendo la diversidad a un aspecto concreto que los caracteriza y cometiendo el error de clasificar a los niños y niñas con criterios diagnósticos clínicos que habitualmente conllevan características fijas y estables, agrupándolos por semejanzas comunes o sintomáticas que muchas veces los docentes no conocen y que los etiqueta como algo anormal, diverso y distinto. Esto nos lleva a planteamientos pedagógicos iguales y homogéneos para el alumnado normal, y planteamientos pedagógicos terapéuticos para el alumnado no normal.  Altas expectativas para el alumnado normal y bajas expectativas para el alumnado no normal. Currículo oficial para el alumnado normal y adaptaciones curriculares para el alumnado no normal.
Para entender qué es y qué supone la educación inclusiva y sobre todo, para poder pasar a la acción, debemos dejar de llevar a cabo las prácticas excluyentes que se siguen haciendo y que impiden avanzar, cuestionándonos en primer lugar nuestra frontera entre lo normal y lo no normal, reflexionando sobre nuestros límites difusos o marcados donde se encuentran las líneas de fuga, los cuestionamientos personales, los desencuentros con docentes, haciendo de estas fronteras lugares de cambio y transformación.
Para garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad a todo el alumnado es necesario un cambio de mirada que nos interpele, que nos cuestione sobre nuestra propia práctica educativa y que nos haga ser docentes disruptivos dispuestos a llevar a cabo la Revolución Educativa necesaria.
La mirada DUA permite ver a la persona, más allá del diagnóstico que la cosifica, que la segrega y aprisiona. La mirada DUA permite partir de las fortalezas, de las capacidades de la persona, y se convierte entonces en una educación con altas expectativas que no se centra solo en las necesidades y dificultades, una educación personalizada frente a la individualización a la que estamos acostumbrados.
La mirada DUA no conecta con discursos segregadores que parten de posturas bipolares, ni tampoco con discursos que hablan de normalización desde la diferencia. La mirada DUA promueve espacios donde las diferencias se diluyen y donde la intervención se centra en la persona y en su calidad de vida conjugando siempre aspectos cognitivos, emocionales y éticos.
¿Cómo conseguir esta mirada en los docentes? 
  • Poniendo el énfasis en la equidad y en la calidad, como indicadores del DERECHO EN LA EDUCACIÓN INCLUSIVA, un derecho para todo el alumnado y que lleva necesariamente a hablar de Diseño Universal para el Aprendizaje(DUA) y mirar la educación con esos ojos, hablando entonces de mirada DUA, frente a una mirada integradora que excluye y margina.
  • USO PEDAGÓGICO DE LOS ESPACIOS para construir verdaderas aulas DUAque propicien y respeten los diferentes ritmos de aprendizaje, la capacidad de aprender por sí mismos, aulas que promuevan las competencias y que desarrollen el pensamiento crítico y creativo en todo el alumnado. Aulas donde profesorado y alumnado colaboran en el aprendizaje y en la evaluación, frente a aulas tradicionales donde prevalece la respuesta homogénea basada en una concepción estática y rígida de la enseñanza.
  • EDUCACIÓN CENTRADA EN LA PERSONA y partir del portafolio de los talentos para conocer los puntos fuertes de cada niño, niña, joven, adolescente y fortalecerlos siempre. Todas las personas somos diferentes y todas tenemos derecho a la educación y en la educación; las propuestas educativas deben valorar el bienestar de todo el alumnado, respetar su dignidad y eliminar prácticas segregadoras.
  • PERTENENCIA, creando un ambiente de clase saludable, amable, acogedor y seguro; esta es la base para que el alumnado pueda ser y estar, para que la inclusión no sea un premio y para que todo el alumnado sienta que pertenece, que se le tiene en cuenta.
  • FOMENTANDO LA PARTICIPACIÓN de todo el alumnado en el aula con propuestas inclusivas que dan respuesta a todo el alumnado, lo que necesariamente nos hace diseñar las programaciones de forma universal, y presentar la información en formatos distintos, proporcionando opciones para: captar el interés, mantener el esfuerzo, la persistencia, la autorregulación, la percepción, el lenguaje y los símbolos, la comprensión, la acción física, la expresión, la comunicación y la función ejecutiva; todos ellos principios del Diseño Universal para el Aprendizaje.
  • ÉTICA DEL CUIDADO, la mirada DUA implica ayudar a todo el alumnado en su propio proyecto de vida, caminar a su lado, no escribir su final. Implica compartir, guiar, ayudar, cuidar. Implica hacer ajustes y ofrecer apoyos siempre. Implica altas expectativas, cuidar del bienestar de todo el alumnado, respetando y reconociendo las necesidades de cada uno eliminando las barreras a la presencia, la participación y el aprendizaje.
Una mirada DUA es una mirada transformadora y que transforma la vida de los nadies, de los ningunos, de los ninguneados y de sus familias, pero sobre todo es una mirada que logra sociedades más inclusivas.

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