El Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) es una patología del lenguaje muy heterogénea, que varía tanto de una persona a otra como en una misma persona a lo largo de su ciclo vital. Cada persona con TEL manifiesta características clínicas diferentes en función de la edad, del tratamiento recibido, de los estilos educativos familiares, de la escolarización, etc., lo cual hace muy difícil su clasificación e incluso su diagnóstico, llegando a manifestar síntomas de varios trastornos al mismo tiempo, siendo habituales los diagnósticos de Trastorno del Espectro Autista (TEA) y de Trastorno del Desarrollo Intelectual (TDI) en las personas con TEL.

La definición más aceptada lo define como: “una anormal adquisición, comprensión o expresión del lenguaje hablado o escrito que puede implicar a todos, uno o alguno de los componentes -fonológico, morfológico, semántico, sintáctico o pragmático- del sistema lingüístico”. Así bien, las personas con TEL suelen tener problemas de procesamiento del lenguaje o de abstracción de la información significativa para el almacenamiento y recuperación por la memoria a corto plazo.
De esta forma, en sus primeros años de vida, los niños con Trastorno Específico del Lenguaje y los niños con Trastorno del Espectro Autista, presentan una sintomatología similar en cuanto a las alteraciones del lenguaje y de la comunicación. Esto dificulta la tarea del diagnóstico en esos primeros años, siendo frecuente la convivencia de ambos diagnósticos en estos grupos de trastornos.
Si comparamos TEL y TEA, se puede observar que:
  • Los niños con TEA presentan menos conductas de atención conjunta que los niños con Trastorno Específico del Lenguaje.
  • Los niños con TEA usan menos vocalizaciones con intención social, en etapas tempranas del desarrollo del lenguaje, que los niños con TEL.
  • Los niños con TEA no usan gestos convencionales, como saludar con la mano, señalar o negar con la cabeza, al contrario que los TEL.
  • Los niños con TEL compensan la ausencia de lenguaje con otras modalidades de comunicación no verbal, como los gestos.
  • En relación al juego, no existen diferencias en cuanto al juego constructivo entre los niños con TEL y los niños con TEA. Sin embargo, el juego simbólico está alterado en el TEA, al contrario que en los niños con TEL.
  • Los niños con autismo o rasgos de espectro autista, en general, presentan menor riqueza comunicativa y pragmática.
  • Por el contrario, los niños con TEL (receptivo y expresivo) muestran dificultades graves en los componentes formales del lenguaje, frente a los niños con trastorno autista. Aun así, en niños pequeños con autismo, que además presentan TDI, aparecen mayores dificultades en fonología, léxico y morfosintaxis.
Ahora bien, vemos como niños con Trastorno Específico del Lenguaje manifiestan dificultades pragmáticas y, de la misma forma, niños con TEA con dificultades formales del lenguaje, (fonología y sintaxis). Realmente, en la actualidad parece existir un solapamiento entre los perfiles lingüísticos del TEL y del TEA y nos lleva a pensar en la idea de un posible genotipo común y compartido. No obstante, no existe evidencia que aclare unos síntomas bien definidos en cuanto a ambos trastornos por lo que podemos delimitar áreas de fuerzas y debilidades en las diferentes dimensiones del lenguaje dentro de las distintas condiciones clínicas, y de esta forma observar su evolución, clave que nos brindará la realización de un buen diagnóstico.
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