Por qué son importantes los muñecos de apego.



Se denomina muñeco de apego a aquel juguete que acompaña a los bebés desde el principio, con el que suelen desarrollar un vínculo emocional, que perdura en el tiempo, aún cuando el mismo ya haya perdido muchas de sus principales características, como la suavidad y la textura.
Este objeto transicional, es un objeto material en el cual el bebé deposita una carga afectiva. Cumple una función psicológica muy significativa, ya que en general ayuda a que el niño aprenda a dormir solo, y la mayoría de las veces lo consuela en momentos de angustia.
En general, tiende a sustituir lentamente la seguridad y el placer que le brinda a un recién nacido estar permanentemente en brazos de su madre, al mismo tiempo que reduce el vacío que le genera esa etapa de transición entre la salida del útero (donde se hallaba físicamente contenido, abrigado y donde escuchaba los latidos de su madres como compañía) y la adaptación en el mundo exterior.
Por lo general, el muñeco de apego aparece entre los 7 u 8 meses, justamente cuando el bebé transita por la conocida como “crisis” o “angustia del octavo mes”, en la que se reconoce como un ser independiente a su mamá.
Este objeto de apego lo ayuda a superar ese momento, así como otras nuevas experiencias, por eso hay que respetarlo como tal. Aunque el apego del niño a este objeto puede aumentar a eso de los 2 años, cuando va viviendo nuevas experiencias en las que necesita de su muñeco para sentirse más seguro, como por ejemplo el comienzo del jardín, conocer nuevas personas, etc., lo más probable es que entre los 3 y 4 años, aproximadamente, el muñeco de apego vaya perdiendo protagonismo y pase de la cama a la repisa con los demás juguetes, pero esto depende de cada chico.
El objeto transicional es a la vez objetivo y subjetivo. Objetivo porque es un objeto real y subjetivo porque se le transfieren finalidades en el área de la imaginación. Es el primer peldaño en la construcción de la relación entre un yo y otro.
¿Lo pueden elegir los padres?
En realidad, los padres le ofrecen al niño una variedad de juguetes u objetos y, de entre ellos, el bebé elige aquel con el que se sienta más apegado.
Por lo general, se trata de un objeto suave y placentero para el bebé, que todavía está en una etapa de succión en la que el conocimiento de los objetos se da a través de la boca. Uno no puede imponérselo, solo presentarle opciones entre las que él, en algún momento, elegirá una otorgándole ese carácter mágico y especial.
¿Hay que sacárselo en algún momento?
Es importante respetar al bebé y entender que se trata de un objeto muy significativo para él, con el que establece un vínculo afectivo. En algún momento, cuando esté listo, irá “despegándose” de este objeto hasta que no lo necesite más para calmarse o dormir. Mientras, habrá que esperar porque, como en otros casos, desprenderse de su trapito o muñeco de apego es un proceso de madurez que lleva su tiempo.
Tras haberlo dejado de lado puede suceder que recurra a él nuevamente si está atravesando por una etapa de ansiedad como el nacimiento de un hermanito, una mudanza, la separación de sus padres, etc.
¿Hay que lavarlo?
Lo ideal es no lavarlo, mantenerlo con los olores naturales que el bebé fue dejando en él al babearlo, morderlo, abrazarlo, arrastrarlo, porque esto también es parte de su magia. Por supuesto que si se ensucia mucho no hay opción, pero en la medida de lo posible hay que tratar de mantenerlo con esa huella que le dejó el bebé. Y en caso de lavarlo, hacerlo cuando el niño no está viendo.
¿Todos los bebés tienen objetos de apego?
Puede que haya bebés que no tengan un objeto en particular, sin embargo, hay ocasiones en las que simplemente pasa desapercibido como tal. El chupete es uno de esos casos, ya que puede darle una seguridad al bebé más allá de satisfacer su necesidad de succión, convirtiéndose en su objeto de apego; también, como se mencionaba antes, una acción que el bebé repite antes de dormirse como cantar, chuparse el dedo, acariciarse el pelo, etc. puede formar parte de lo mismo, siendo una “conducta transicional”.
FUENTE:

Comentarios