La
resiliencia en la docencia.
Y si probamos en nuestras aulas de clases desarrollar día
a día los siete factores:
Un maestro (a) con capacidad de Resiliencia tiene
desarrollados 7 factores llamados “constructores” de Resiliencia:
1. Enriquece los vínculos prosociales: Mejora la comunicación
entre pares, directivos y alumnos. Sus principios se basan en la solidaridad y
en la tolerancia. Se adapta positivamente a las situaciones y no se queda
inmerso en el conflicto sino que busca la resolución del mismo de manera positiva:
mediante el acuerdo y la negociación, entendiendo por” acuerdo” no la
claudicación o reserva de las opiniones sino la preservación de la posibilidad
del diálogo para evitar la resolución negativa del conflicto, es decir, por
medio de la violencia; no es proyectivo: se hace cargo de sus desaciertos sin
proyectarlos en el otro, ya que toma sus dificultades como la posibilidad de
poder reconocerlas para mejorarlas sin poner en juego su propia “valía” como
persona ni como psicopedagogo.
2. No
le interesa ser infalible ya que tiene su propio permiso para
equivocarse y apostar a nuevos enfoques.
3.
Fija límites claros y consensuados: Considera valiosa la opinión de los
demás, no “acata” si no está de acuerdo, es democrático, no es contradictorio
entre su manera de pensar y su accionar, no se rinde hasta lograr su propio
aprendizaje y el de sus alumnos, es abierto ante el surgimiento de nuevas y
diferentes situaciones, su firmeza no se confunde con rigidez, flexibiliza,
trata de “atemperar” los conflictos.
4. Enseña
habilidades para la vida: Tiene capacidad de asombro, es curioso,
contagia interés y estímulo, no se detiene ante la duda, busca aprender y
capacitarse por propia satisfacción.
5. Brinda
apoyo y afecto: Se siente valioso, quiere a su trabajo, estimula y busca
recibir estímulos, se contacta con gente positiva-esperanzada y realista a la
vez-, siempre está sumando y no restando cualidades en sí mismo y en los que lo
rodean-sobre todo en sus alumnos-, confía en su propio potencial y en el de los
demás. No usa la lástima ni la descalificación porque entiende que ambas
actitudes marginan.
6.
Establece y transmite expectativas elevadas: No espera resultados en
cantidad sino en calidad, apunta al desarrollo del aprendizaje significativo,
tiene en cuenta los procesos centrados en el esfuerzo, proyecta con avidez y no
por cumplimiento burocrático, promueve y pone en ejercicio constantemente el
pensamiento crítico y creativo, rescata los aportes que construyen y desecha
los que invalidan o paralizan al otro.
7. Brinda
oportunidades de participación significativa: Participa con alegría
porque sabe que su aporte es valioso, es tolerante ante el disenso, se
involucra, nivela para “arriba”, no toma al alumno como un ser pasivo, no interpreta
el desacuerdo del otro como algo personal, sino simplemente como otra “mirada”
de la misma situación, hace uso de su participación porque guarda una relación
de compromiso con su rol.
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