La inclusión educativa /TDAH



La inclusión educativa eficaz del alumnado TDAH en el aula es una responsabilidad profesional de todos los docentes

Desgraciadamente, para avanzar hacia una educación inclusiva en el sistema educativo del siglo XXI no podemos permitir que sigan existiendo diferentes mecanismos de exclusión que afectan directamente al alumnado con TDAH, el primero de ellos, suele ser de aplicación drástica y fulminante y tiene que ver casi siempre con la expulsión del centro educativo por problemas de conducta “graves”, mientras que en segundo lugar, existe otro mecanismo que aunque es algo más lento, sutil, y en ocasiones inaprensible también conlleva un efecto nocivo, peligroso e implacable, ya que está relacionado principalmente con todos aquellos desajustes en la comprensión, adquisición, ritmo y temporalización de los procesos de enseñanza-aprendizaje.


De esta forma, podemos afirmar metafóricamente que en numerosas ocasiones el sistema educativo funciona como un hospital cuyo servicio de urgencias “echara a la calle a los heridos más graves y a los enfermos más difíciles”. 

El efecto de todo estos factores nos ha de llevar a plantearnos la necesidad prioritaria de un cambio profundo y esencial en la modificación sustancial de los objetivos educativos, las metodologías de trabajo y el valor social de la educación para aniquilar definitivamente cualquier tipo de tradición excluyente de nuestras aulas e instituciones educativas.

En la práctica, está claro que el trabajo de los docentes con el alumnado TDAH es mucho más difícil y complejo de lo que ha sido nunca porque no es lo mismo trabajar en el aula con un grupo de personas homogéneo seleccionados por su nivel académico y buena conducta, que hacerlo con alumnos muy diferentes entre sí, con distintas capacidades, predisposiciones, ritmos, aptitudes, intereses y comportamientos. 

El esfuerzo que se está pidiendo a los docentes es enorme y debería ser valorado con un mayor rigor y reconocimiento social porque la educación es la base esencial para el desarrollo futuro de cualquier persona que quiera formar parte de la sociedad proactiva del siglo XXI.  

Actualmente afrontar una clase heterogénea puede plantear muchas dudas o dificultades en la acción docente, ya que exige tener que ajustar y transformar minuciosamente toda la metodología didáctica siguiendo los principios de inclusión, diversificación y “equidad imparcial”.  Para responder adecuadamente, es necesario que seamos capaces de crear “una escuela para cada alumno” sin olvidar que muchos profesionales de la educación necesitan una formación adecuada y adaptada a las nuevas necesidades educativas del siglo XXI, porque es muy fácil decir desde los poderes públicos o mismamente desde las propias instituciones educativas, “lo que hay que hacer” y otra cuestión muy diferente es “enseñar cómo hacerlo”.

Este cambio, aparentemente banal supondría una transformación esencial y extraordinariamente positiva de la acción docente en todos los procesos de enseñanza-aprendizaje del alumnado TDAH, especialmente si tenemos en cuenta a  todos aquellos docentes que afirman estar “sobrecargados de trabajo” y que no saben realmente como organizarse de forma eficaz y con éxito ante la diversidad y la inclusión.

Por todo ello, parece obvio que ha llegado el momento de transformar las excusas que se originan en torno al alumnado con TDAH dentro del contexto escolar en soluciones prácticas y “pensar en vez de hundir” para tratar de preparar y organizar las clases reflexionando sobre las actividades y acciones que nuestros alumnos van a realizar, en vez de hacerlo teniendo en cuenta solamente las actividades que cada uno como docente va a desplegar. 

Necesitamos conocer a los alumnos con TDAH, saber cómo se sienten y cuál es su sentimiento de competencia en relación a los diferentes ámbitos de actuación y de trabajo para evitar el riesgo de seguir poniendo “etiquetas” al describir sus comportamientos  o al “clasificar” su descripción patológica,  ya que demandan  una manera diferente de aprender y no un sistema escolar de “talla única” que obliga a que todos aprendan lo mismo y a la vez, independientemente de cualesquiera que sea su abanico de necesidades individuales.  

Para poder responder eficazmente a esta petición, es necesario que el docente tenga la posibilidad de convertirse continuamente en un “catalizador eficaz” para los diferentes niveles de complejidad de sus alumnos con el objetivo de  potenciar al máximo su talento y averiguar cuál es su “zona de incidencia” para la acción educativa. Se trata pues, de comenzar a construir siempre el aprendizaje tomando como referencia de partida el punto exacto donde se encuentra cada alumno y no una guía o programación curricular
sistemática e imputada de formalismos que limita cualquier actuación debido a su carácter restringido y excluyente.

Debemos proporcionar a cada alumno modos específicos para aprender a aprender, sin tratar a todos como si fueran “variantes” del mismo individuo y sin suponer que el “navegador de su aprendizaje” es idéntico, ya que es prácticamente imposible e inviable encajarles a la fuerza dentro de un mismo sistema o patrón estándar. 

Los docentes tenemos que convertirnos en “estudiantes” de nuestros alumnos para poder desarrollar un “diagnóstico objetivo” y “prescribir” siempre la mejor enseñanza posible.

Los alumnos con TDAH necesitan un contacto más estrecho con los docentes, una mirada más inclusiva y sobre todo, una aproximación cuidadosa porque aunque puedan tener muchos puntos en común con el resto del alumnado, debemos ser conscientes de que presentan diferencias esenciales que constituyen su especificidad. 

No obstante, sabemos que no hay un único camino correcto o una única fórmula para crear un aula inclusiva y diversificada, pero si que existen numerosas experiencias de aprendizaje y  métodos de enseñanza que demuestran que con este sistema de trabajo todos los alumnos funcionan mucho mejor y salen beneficiados psíquica y pedagógicamente al procurarles procesos de enseñanza-aprendizaje significativos que se parecen más a un “arte” que a un mero “ejercicio mecánico”, mediante el desarrollo de procedimientos y estrategias adecuadas que se ajustan perfectamente a los diferentes estilos de enseñanza y son sensibles a las necesidades particulares de todos y cada uno de los alumnos. 

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