La adolescencia es un periodo de cambios y es, ante todo, una etapa de personalización, es decir de los valores y de la autodefinición personal, que será la que llevará al adolescente hacia su proceso de formación como adulto.
Es precisamente en la personalización donde el adolescente con TDAH
experimenta mayores distorsiones y cambios en negativo. Muchos
adolescentes con TDAH llegan a esta etapa con una imagen de sí
mismos distorsionada por los continuos fracasos, tanto en el terreno
académico como en el personal.
La baja autoestima, la baja comprensión de que es lo que les pasa, la
manera diferente como tienen de percibir e interpretar las señales y las
situaciones ambientales, provocan una personalidad insegura, en
muchos casos irritable, con marcada tendencia a procesos como la
ansiedad, la angustia, la agresividad, la depresión, la anorexia, y la
bulimia, así como dificultades evidentes de integración social y, en
muchos casos, con la emergencia de comportamientos antisociales en
la línea de la marginalidad.
La diferente manera como tienen de percibir provoca una dificultad de
grabación y automatización de los procesos perceptivos, afectivos y
sociales que todo niño desarrolla desde su infancia y que le permitirán
crear VÍNCULOS sociales, afectivos y personales normales dentro de
una estructura social estable.
El adolescente con TDAH accede a esta etapa con experiencias
muchas veces negativas de sus vivencias académicas y sociales, lo
que le lleva a sentirse diferente de los demás, incomprendido e incluso
con la sensación de sentirse agredido por que no le entienden.
Esta situación emotiva provoca una deficiente imagen de sí mismo,
de sus posibilidades y de su encaje social. Estas experiencias
negativas también son la consecuencia de una deficiente imagen
corporal, lo que lleva a juicios distorsionados de sí mismo y de la
realidad.
Por ello, ante este proceso, la necesidad de tomar una decisión sobre
ámbitos como el profesional, el estudio, o laboral no se dan con
la estabilidad adecuada provocando una desadaptación progresiva que
va más allá de la etapa de adolescente y entra en el entorno del
proceso de formación del adulto.
Todas estas distorsiones hay que trabajarlas ya antes de la
adolescencia y en la propia adolescencia para evitar la sensación de
FRACASO personal. Esta situación provoca que algunos de estos
chicos y chicas se inicien por el camino de la marginalidad por no
encontrar su lugar en el mundo, por no sentirse útiles, aceptados y
comprendidos.
Todos estos problemas del adolescente con TDAH hay que abordarlos
mediante una intervención lo más precoz posible. Por ello es necesario
potenciar más la intervención y la prevención en esta etapa para que
este trampolín que representa la adolescencia no se rompa e incida
negativamente durante muchos años, cronificando los déficits y
anulando las cualidades que pueden hacer salir de esta situación al
adolescente con TDAH.
No hay voluntariedad de querer ser así, no hay expectativas de futuro
negras, sólo hay una necesidad de cambiar la manera como se vive a
sí mismo el adolescente con TDAH.
He aquí el reto, para todos, padres, profesores y profesionales.
Fuente:JOSÉ MARÍA BATLLE GELABERT
Director de CODDIA.
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