El TDAH en la infancia: cómo ayudar desde casa y desde la escuela



Adrián Santos López

El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) es un trastorno muy conocido y diagnosticado hoy en día.

Como resultado del gran interés generado, pueden encontrarse diferentes posturas y argumentos que en muchas ocasiones se contradicen, generando también una serie de mitos que deberían ser desmentidos cuanto antes. 

El TDAH sí existe y no es una moda. Además, los padres no tienen la culpa, el diagnóstico (bien realizado) sí es fiable, no desaparece con el paso de los años y no solo afecta a varones

¿Qué es exactamente el TDAH?

La primera vez que se definió el TDAH fue en el siglo XVIII, concretamente en el año 1798, cuando un médico escocés llamado Alexander Crichton alertó de la existencia de un trastorno que se presentaba en la infancia y que provocaba una notable falta de atención, inquietud y movilidad constante. 

A pesar de que existen diferentes definiciones, el TDAH puede explicarse atendiendo a tres síntomas principales (los cuales pueden manifestarse en diferentes intensidades):

  • Problema atencional.
  • Impulsividad.
  • Hiperactividad. 

Tipos de TDAH

Dentro del TDAH pueden distinguirse diferentes modalidades. De hecho, en la propia sigla puede distinguirse el TDA (sin la H de hiperactividad) del TDAH (Déficit de Atención + Hiperactividad).

  1. La modalidad en la que predomina la inatención (más común en niñas) se caracteriza por presentar un proceso cognitivo más lento de lo esperado para su edad (puede parecer que “están en las nubes”).

  2. En el segundo tipo predomina la impulsividad e hiperactividad y se suele diagnosticar más frecuentemente en varones.

  3. En el tercer tipo (presentación combinada) se encuentran alumnos cuyos resultados académicos son muy deficitarios y, además, suelen ser bastante inestables en el ámbito emocional (sus interacciones sociales se caracterizan por la falta de control). 

Estos alumnos, en general, pueden presentar dificultades en el rendimiento académico, en sus relaciones sociales, en el autocontrol emocional, en la autoestima y en el autoconcepto. 

Deben tenerse en cuenta también otras cualidades positivas como, por ejemplo, una elevada creatividad, mucha energía, un cociente intelectual normal o elevado y una alta capacidad para poder hacer más cosas que el resto de sus compañeros

Rasgos más característicos

Antes de enumerar las conductas más características de un niño con TDAH, es imprescindible tener en cuenta que estos rasgos, los cuales son observables más claramente a partir de los 6 años, deben estar presentes en diferentes contextos a la vez (en el hogar, en la escuela, en los lugares de ocio…). 

Los rasgos más característicos del TDAH son los siguientes:

  1. Dificultad para mantener la atención en tareas (déficit de atención).

  2. Distracciones constantes por estímulos irrelevantes (déficit de atención).

  3. Constantes pérdidas de objetos necesarios para las tareas (déficit de atención).

  4. Movimiento constante de manos y pies (hiperactividad).

  5. Dificultades para realizar actividades con tranquilidad (hiperactividad).

  6. Actuar como impulsados por un motor (hiperactividad).

  7. Dificultades para guardar turno y esperar (impulsividad).

  8. Interrupción constante a los demás (impulsividad).

  9. Respuestas precipitadas a las preguntas sin dejar que se terminen de formular (impulsividad).

¿Cómo ayudar a un niño con TDAH?

En relación al déficit de atención, podemos: 

  1. Reducir estímulos irrelevantes y que puedan despistarle. 

  2. Establecer rutinas visibles mediante un horario en el que aparezca todo lo que tienen que hacer cada día, calendarios… 

  3. Dar instrucciones concisas y claras.

  4. Desglosar y fragmentar las tareas en cada paso necesario. 

  5. Conceder más tiempo para la realización de cualquier actividad. 

  6. En el aula, ubicarlos cerca del profesor; en general, lejos de ventanas o puertas.

En relación con la hiperactividad: 

  1. Adjudicar responsabilidades (en casa y en clase). 

  2. Ser permisivos con los murmullos y los movimientos.

En relación con la impulsividad:

  1. Dar normas visibles y personalizadas. 

  2. Ofrecer estrategias de autocontrol.

  3. Pedirle que piense en voz alta (autoinstrucciones).

Estrategias buenas para todos

Todo lo anterior puede ponerse en práctica perfectamente con cualquier niño en edad escolar, independientemente de la presencia o no del TDAH. 

Es muy recomendable establecer rutinas diarias, tanto por parte del profesorado como de las familias. Una estructuración del ambiente va a ser muy positiva: horarios claros, normas fijas, buenos hábitos…

Se debe también trabajar el autocontrol, así como el aprendizaje de técnicas de relajación. 

La clave está en los adultos

La principal recomendación para un padre o madre que tenga un hijo diagnosticado con TDAH es que se involucre y que lea mucho al respecto, para así poder entender con claridad de qué manera afecta este trastorno a su hijo. La comunicación constante familia–escuela también resulta primordial.

Debemos tener muy claro que mientras no sean personas adultas, la clave para que mejoren la tenemos nosotros (profesores y familias), no ellos.


FUENTE: https://theconversation.com/es

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