«EDUCAR SIN DISCRIMINACIÓN»: CARTA ABIERTA A LOS DIRECTORES ESCOLARES





Hace un tiempo (exactamente el 3 de marzo de 2012) escribí una entrada dirigida a profesores y directores en la que hacía una serie de consideraciones que me permito rescatar ahora para enlazarlas con lo que quiero escribir en esta primera entrada del año. Dichas consideraciones iban acompañadas de una imagen que decía: «Educa, no discrimines».
Decía entonces:
La diversidad y las necesidades educativas específicas derivadas de la misma deben ser una atención prioritaria de cualquier Centro Educativo, por tanto, de cualquier profesor.
Todos los alumnos necesitan de manera transitoria o permanente adaptaciones en su instrucción que serán tanto más excepcionales cuanto mayor sea su diferencia con la media del grupo del que forman parte.
Un currículo orientado al alumno medio (que por ser una abstracción no existe como tal en ninguna parte), con la misma dificultad y nivel de profundidad para todos los alumnos al mismo tiempo, no satisface las necesidades educativas de casi nadie.

Edesideratum de la instrucción y, por ende, de la educación, es la personalización. La individualización cuando hablamos en términos instructivos.
Es imprescindible conocer cuáles son las necesidades específicas de mis alumnos, de cada alumnoPara ello es preciso utilizar procedimientos de evaluación frecuente que determinen qué competencias dominan y cuáles no y, en función de ello, pautar la enseñanza para cada uno.
Específicamente, refiriéndonos a los alumnos de alta capacidad, y pensando en mi centro o en mi clasesé quiénes son; sé qué características tienen; sé cómo orientar su educación; hay un plan de identificación establecido para mi centro o para mi aula; hay un plan de intervención adecuado a sus necesidadesSi es así, ¡enhorabuena! Si no, ¿por qué no te animas? No es difícil; es posible, algunos ya lo hacen. Es que si no lo hacemos, ¿cómo podremos mantener en nuestros planes docentes o en los proyectos curriculares de centro las referencias a la educación personalizada? ¿o a la individualización educativa?, ¿o a la atención a la diversidad? Simplemente no será posible.

LÍDERES DE LA INSTRUCCIÓN

Lo releo despacio y veo que sigo de acuerdo con lo señalado entonces, hace casi siete años.
Naturalmente, estas afirmaciones y preguntas van dirigidas a directores que quieran ser, como sugería el informe Mckinsey de 2007“líderes de la instrucción”, no meros burócratas o directores de tráfico y cumplimiento de normativas en sus escuelas (aunque esto haya que hacerlo).
Una pregunta inocente: ¿cuándo fue la última vez que, como director, hiciste algún comentario positivo, o de mejora, a algún profesor de tu centro?, ¿cuándo entraste en una clase de algún profesor para luego darle feedback? Sobre este tema recomiendo el estudio que publicamos no hace mucho tiempo apoyado en los datos del informe TALIS. Seguro que ya lo has leído, pero en caso contrario puedes verlo aquí.
A cada una de las afirmaciones señaladas más arriba, cualquier director debería ser capaz de responder. Mejor aún, no se puede dirigir un Centro Educativo sin plantearse estas cuestiones. Luego cada uno dará, o no, las respuestas acertadas, pero no es posible no plantearlas en el propio trabajo.
Vengo repitiendo con ocasión y sin ella que todos los centros deberían evaluar a sus alumnos, a TODOS sus alumnos (y de manera periódica) en varios aspectos, tal como recojo en la figura adjunta.
En primer lugar, determinando la competencia curricular de cada uno, para poder planificar de manera razonable su aprendizaje. Pretender enseñar lo mismo a todos los alumnos al mismo tiempo es poco realista y no está alienado con ningún modelo de instrucción que merezca atención. Puede verse, por ejemplo, la entrevista al profesor Renzulli que apareció aquí recientemente. O releer aquella entrada sobre «Rescatar la pedagogía Diferencial…».
Las entradas de este mismo blog sobre el Modelo DTPI o sobre el Optimal Match son de lectura recomendable en este punto. Y es que la investigación pedagógica nos ofrece muchos datos relevantes respecto al camino a seguir, aunque en cada caso requiera las adaptaciones oportunas al contexto particular.
Me resisto a no citar aquí el excelente vídeo de Salman Khan sobre el Mastery learning, modelo que todo director (y profesor, claro) debería conocer en profundidad. Puedes verlo aquí. ¿No sería bueno discutirlo en un sesión de trabajo con los profesores?
Recordará el lector que, con no poca frecuencia, señalo que las escuelas deben ser ámbitos de desarrollo del talento, no lugares de enseñanza (meramente). Entre otras cosas, porque lo que importa es lo que los estudiantes aprenden, no lo que tú enseñas. Puede verse más sobre esto aquí. O si quiere analizarse un artículo sobre el particular puede consultarse este enlace.
Hay otras dos grandes áreas que es imprescindible explorar en este enfoque de la escuela. Es preciso conocer cuáles son las capacidades intelectuales básicas para el aprendizaje, en particular la capacidad verbal, el razonamiento cuantitativo y la visión espacial. No me detengo ahora a justificar por qué. Baste señalar que tienen una alta capacidad predictiva respecto al aprendizaje. Podría verse a este respecto este artículo. O, más sencillo, releer esta entrada sobre las razones por las que los más capaces necesitan una atención diferenciada.
Sí, es necesario que todos los escolares sean evaluados de forma periódica para determinar su(s) capacidad(es) para el aprendizaje. Esto llevará consigo la detección de potenciales muy diversos dentro de las mismas edades (puedes ver lo que dice Sally Reis a este respecto en la entrevista que apareció recientemente en INED21), lo que exigirá acciones educativas diversas. A menos, claro, que estéis dispuestos a que vuestras clases sean máquinas de destruir talento.
Puede que no tengas suficientes argumentos aún para poner en marcha este proceso. Esta entrada en la que doy diez ideas centrales sobre la identificación te puede servir. A tus profesores y orientadores también.
Finalmente, no quiero alargarme más, será preciso abordar la evaluación de algunas destrezas llamadas soft. Para mí de soft no tienen nada, la verdad, ya que son catalizadores importantes de la voluntad y, por tanto, decisivos en el desarrollo del talento. Para ello, hay instrumentos diversos a disposición de los profesores. Los cuestionarios de Rogers están en este mismo blog y, muy pronto, los ofreceremos online para obtener los perfiles de los alumnos de manera automática.
Quizá llegado aquí, y si se ha revisado mínimamente el material de los hiperenlaces sugeridos, uno pueda estar medio convencido de que algo hay que hacer, pero que no es posible, aunque sería deseable. Te sugiero la respuesta que me da Sally Reis a mi pregunta:
“¿Qué les diría a esos profesores que consideran que la diferenciación es imposible, que querrían hacerlo pero piensan que no es realista?”
– “[S.R.] Bueno, les diría que basándonos en nuestros ensayos de campo, en nuestra investigación, en nuestras prácticas, sí que es posible. Es un reto, no es fácil, pero los resultados son muy importantes para los estudiantes así que creo que la gente a veces se tiene que dar cuenta de que tiene que empezar despacio, con pocos estudiantes, los candidatos más obvios para la diferenciación y pueden hacerlo más sencillo usando las herramientas que tenemos ahora a nuestra disposición, Internet; por ejemplo grupos pequeños para reducir el rango de los estudiantes. Hemos visto a miles y miles de profesores diferenciando, les hemos enseñado a hacerlo y hacerlo bien y hemos visto los beneficios para los estudiantes. Tenemos aproximadamente 8 o 9 niveles de lectura representados en cualquier clase de la escuela primaria, o secundaria. Tenemos que diferenciar. No es una cuestión de si debemos hacerlo, si no de que debemos hacerlo o nuestros estudiantes fracasarán en hacer progresos continuos. Así que es posible, no es fácil, pero al mismo tiempo es algo que es absolutamente necesario si queremos que los niños progresen y que se enfrenten a los desafíos de su vida académica”.
Soy consciente de que no lo he puesto fácil, pero no pretendía hacerlo, ninguna cuestión educativamente relevante es fácil. Convertir las escuelas en ámbitos de desarrollo del talento no es sencillo, pero es necesario y posible. Hacen falta directores que sean verdaderos líderes de la instrucción, que dirijan a sus profesores hacia un nuevo modelo de escuela, del que ya hablé aquí.
La cuestión es reconocer el problema, abordarlo paso a paso, y evaluar los progresos. No hacerlo tendrá consecuencias graves para el desarrollo social y será muy injusto para los más capaces… y para los demás también. Además, hará que el proyecto educativo de muchos centros no sea más que papel mojado.
Es imprescindible abordar con seriedad y rigor la formación de los profesores, para que sean más competentes y, en el caso de la atención a los más capaces, tengan la formación mínima necesaria. De ambas cosas nos venimos ocupando desde hace varios años en la Escuela de Formación Permanente en UNIR.
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