Principios DBT para incrementar la efectividad parental




Existen muchas técnicas y propuestas para ayudar a un niño o adolescente que tiene dificultades y que presenta frecuentes e intensas rabietas, llantos, gritos y conductas agresivas para regular sus emociones. Sin embargo, ninguna de estás técnicas será útil si los padres toman decisiones dirigidas por la emoción para intentar detener la conducta problemática.       
  Piensa por un momento en un padre agotado después de un largo día de trabajo, que llega a su casa y le grita a su hijo para que pare de llorar luego de que le negaran seguir viendo televisión. Por un breve instante esa decisión emocional pareciera ser la adecuada, el padre expresó su frustración y supuestamente marcó su autoridad. Pero en realidad, lo único que logrará a largo plazo es que la rabieta empeore, que el niño se acostumbre a los gritos, no se detenga y que se erosione más la relación entre padre e hijo. Por el contrario, un padre o madre puede ser mucho más eficaz para ayudar a su hijo a regular su emoción cuando logra poner en perspectiva la conducta de su hijo y distanciarse de los juicios y suposiciones en torno a ella y, consecuentemente, actúa dirigido por sus objetivos (ayudar a calmar a su hijo, enseñarle habilidades de regulación, mantener una tarde tranquila, etc.) y no por los impulso del momento.
Actuar dirigido por los objetivos no es tarea fácil. Los juicios y suposiciones afectan la manera en que sentimos y nos comportamos, especialmente cuando debemos afrontar situaciones muy estresantes. La terapia dialéctica conductual (DBT) propone una serie de principios que nos ayudan a ver la conducta problemática con otros lentes, unos lentes que reducen el juicio y favorecen una conducta empática, hábil y compasiva, que incrementa la efectividad parental y en definitiva ayudará a reducir la intensidad emocional. Inicialmente estos principios fueron desarrollados por Marsha Linehan para el trabajo con personas con el trastorno límite de personalidad y riesgo suicida. Posteriormente, Miller y su equipo los adaptaron para su trabajo con adolescentes y sus familias (Miller et al., 1997). Estos principios son especialmente valiosos para los padres y familiares de niños con emociones muy intensas, que no necesariamente tienen riesgo suicida. Estos principios guían también mi trabajo como psicólogo clínico e intento enseñarlos a los familiares de mis consultantes. El presente artículo se basa en ellos y en el libro Parenting a Child Who Has Intense Emotions (Harvey y Penzo, 2009).


Principios DBT para ayudar a niños y adolescentes a regular su emoción
  1. Tu hijo está haciendo lo mejor que puede.
  2. Tu hijo necesita mejorar, esforzarse más y estar más motivado para cambiar.
  3. Tu hijo quiere hacer las cosas de manera diferente y mejo.
  4. Tu hijo debe aprender nuevos comportamientos en todas las situaciones importantes de su vida.
  5. Los miembros de la familia no deben asumir lo peor.
  6. No hay una verdad absoluta.

Tu hijo está haciendo lo mejor que puede

Este es el principios más importante y quizás el más difícil de aprender. Significa que tu hijo está haciendo lo mejor que puede en este momento en particular. Probablemente en el pasado pudo comportarse mejor y quizás en el futuro habrá situaciones donde pueda hacerlo mejor. Pero ahora está haciendo lo mejor que puede.
El siguiente ejemplo puede ayudar a entender este supuesto:
Imagina que un día te despiertas y no te sientes bien. Aun así te levantas y le preparas el desayuno a tu hijo y luego le das el iPad para que se entretenga viendo algunos videos. Otro día hubieras aprovechado la mañana para leerle su libro favorito y quizás dar un paseo por el parque. Pero hoy te sientes mal. Te duele la cabeza y tienes mucha tos. Quizás en la tarde te sientes con tu familia a ver la televisión, pero casi no conversas y solo escuchas. En otra ocasión le hubieras preguntado a todos sobre su día, pero hoy estás muy callado. En esta situación y considerando cómo te sientes en este momento, estás haciendo lo mejor que puedes.
De la misma manera, hay días en los que tu hijo puede sentirse mejor o peor. Quizás un día esté más irritable porque no durmió bien, está agobiado, o tiene miedo. Habrán días en que esté más dispuesto a escucharte y otros días se apartará. Cada día, tu hijo está haciendo lo mejor que puede.

Lo más importante: Aceptar y recordar que tu hijo está haciendo lo mejor que puede te ayudará a disminuir tu propia intensidad emocional y frustración hacia él y podrás ser más eficaz a la hora de intervenir. Recordar este supuesto es una herramienta muy útil en los momentos más difíciles.

Tu hijo necesita mejorar, esforzarse más y estar más motivado para cambiar

Este supuesto es el más fácil de aceptar por los padres, porque tienen muy claro cuáles son las dificultades que tiene su hijo y lo que debe hacer mejor. Sin embargo, este supuesto debe ir de la mano con el primero.
Aceptar que tu hijo tiene que hacer cambios no significa que sea malo, que esté dañado o que sea inaceptable. Para que tu hijo esté más dispuesto a hacer las cosas diferentes y esforzarse para cambiar las conductas problemáticas, tiene que sentir que no está siendo culpado, juzgado o criticado. Para lograr una crianza efectiva los padres deben lograr un balance1 entre la aceptación de su hijo en el momento presente y la expectativa de ayudarlo a hacer las cosas diferente en el futuro. Esa es la dialéctica de DBT.

Tu hijo quiere hacer las cosas de manera diferente y mejor

Hay días que pareciera que tu hijo quiere seguir haciendo las cosas mal y que no le importa el tipo de consecuencias que le apliques o lo triste que pueda sentirse luego de la rabieta. En esos días es muy probable que te sientas frustrado/a y creas que él tiene el control sobre la casa y que hay que hacer todo como quiere. En estas situaciones puede ser muy difícil pensar que las cosas vayan a mejorar.
Pero lo cierto es que los hijos buscan la aprobación de sus padres, no importa lo mal que se puedan comportar. A ningún hijo le gusta vivir en un ambiente de tensión y constante conflicto en donde la casa se convierte en un campo de batalla y donde es visto como el malo o el problema de la casa.
En vez de interpretar que hay algo dañado o que funciona mal con tu hijo, es más útil entender que las explosiones iracundas, las conductas agresivas y el desborde emocional son maneras en las que ha aprendido a manejar sus emociones. Esto no quiere decir que disfrute comportarse de esa manera, sino que es la forma más efectiva que conoce para expresar sus emociones. Lo que significa que cambiar ese patrón puede ser muy difícil. Pero dándole la oportunidad intentaría hacerlo de una manera diferente.

Tu hijo debe aprender nuevos comportamientos en todas las situaciones importantes de su vida

No es de sorprenderse que los niños se comporten mejor en ciertas circunstancias que en otras. A veces los niños se comportan mejor en la escuela que en la casa porque pueden manejar mejor la estructura de escuela y las rabietas se presentan en la casa donde se sienten seguros y en confianza. Y viceversa, un niño puede tener rabietas muy fuertes en la escuela donde le resulta muy difícil manejar la estructura y exigencias académicas, pero en la casa donde tiene mayor libertad y autonomía no presenta rabietas.
Esta inconsistencia del comportamiento de los niños genera que los adultos culpen a los padres por no ser capaces de “controlar” a sus hijos, o también los hace pensar que el niño elige comportarse mal en la escuela o que el niño debería saber cómo comportarse apropiadamente, son creencias que bloquean una respuesta eficaz y empática de los padres a la hora de intentar ayudar a los niños que tienen problemas para regular sus emociones.
Por lo tanto, es importante que se entienda que cada situación exige diferentes competencias y que se le tendrá que enseñar nuevas habilidades para cada escenario diferente (casa, iglesia, escuela, por ejemplo) hasta que sea capaz de usar esas habilidades en todos los contextos.

Los miembros de la familia no deben asumir lo peor

Después de muchos conflictos y rabietas, los miembros de la familia pueden sacar conclusiones poco útiles y que solo entorpecen su accionar generando mayor ira, decepción y confusión. Por ejemplo, muchos creen que el niño con problemas de regulación emocional se comporta de esa manera para obtener la atención de sus padres o para manipularlos a su antojo.
 Existen muchas razones por las que una persona se comporta de una manera, algunas de ellas no tienen nada que ver con la familia. Aprender a revisar los hechos en vez de quedarnos con nuestros propios prejuicios, nos ayuda a aceptar mejor a los otros.

No hay verdad absoluta

Aceptar que cada persona tiene un punto de vista diferente ayuda a dejar esa necesidad de intentar ganar, imponer el punto de vista y demostrar que la otra persona está equivocada. Aceptar que no estamos de acuerdo en un tema en específico y que no necesitamos “ganar” nos ayuda a prevenir peleas y dejar las luchas de poder entre hijos y padres.
Cuántas veces ha pasado que se inició una discusión con tu hijo simplemente por ganar un argumento o demostrar quién está en lo correcto. Un ejemplo: le dices a tu hijo que no puede invitar amigos a la casa este fin de semana. Tu hijo se enoja y te dice que nunca le das permiso para invitar a sus amigos, que no lo dejas divertirse. Sabes que eso no representa la verdad como la entendemos. Así que tienes dos opciones. Puedes iniciar una discusión con tu hijo hasta demostrar que está equivocado o puedes elegir no responder a esa declaración.
Aceptar la verdad de tu hijo en ese momento no va a negar tu propia verdad. Esto tampoco va a romper el límite o reglas que estás procurando establecer. Sin embargo, aceptar que cada uno puede tener una verdad, evitará que entres en una pelea sin sentido que al final solo lleva a la amargura.
Acepta que tu hijo tiene su propio punto de vista y que esa perspectiva se siente muy real para el. No necesitas defender tu punto de vista a cada rato, ni tampoco tienes que ignorar su punto de vista o invalidar. Solo necesitas aceptar que es diferente al tuyo.

Cómo aprender los principios

  • Aun cuando no los creas del todo, repite los principios más desafiantes: él está haciendo lo mejor que puede, aunque mi hijo no está cooperando hoy para llegar a tiempo a la escuela.
  • Cuando estás atravesando por situaciones difíciles, como una rabieta en un lugar público, piensa en un supuesto que se relacione: mi hijo quiere hacer las cosas diferentes y mejor aun cuando tenga la rabieta porque no me detuve a comprar lo que quería.
  • Repite las palabras de los principios más desafiantes para ti: no hay verdad absoluta
  • Recuerda que los principios

Practicando los principios

Revisa los principios DBT y reflexiona si tratarlos como hechos puede cambiar la manera en que piensas, sientes y te comportas. Luego contesta las siguientes preguntas:
  • ¿Qué principios crees que te serán de mayor ayuda?
  • ¿Qué principio es el que más te desafía? ¿Por qué?
Luego piensa en una situación en la que los principios pueden ayudarte a abordar mejor la situación con tu hijo o hija. Puedes usar los siguientes puntos para clarificar:
  1. Describe la situación e intenta ser muy preciso (¿qué está haciendo el niño, ¿qué estás sintiendo?).
  2. Escribe el principio que usarás.
  3. Describe posibles nuevas respuestas (por ejemplo: “he decidido que me apartaré en vez de quedarme discutiendo” ).
  4. Describe cuál crees que será el resultado luego de usar tu nueva respuesta (menos gritos, más calma, etc.).
  1. Esta es la dialéctica que caracteriza a DBT. ↩
Referencias bibliográficas:

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