3 IDEAS BÁSICAS que debes saber para gestionar las RABIETAS



¿Sabéis aquellos momentos en familia en los que estás disfrutando del desayuno y en un segundo todo se tuerce por la cosa más tonta? Pues esto es exactamente lo que pasó hace unos días con mi hijo  de 2 años y medio. Quizás te suene esta situación:
  • Estamos tranquilamente desayunando toda la familia en una cafetería que nos encanta el domingo por la mañana
  • Mi hijo quiere un trozo de bocadillo
  • Lo coge directamente del plato de su padre
  • Quiere meterlo dentro de mi café
  • Le digo que es mejor si se lo come sin mojarlo en el café que estará más rico
  • No sé cómo pero en cuestión de microsegundos el trozo de bocadillo aterriza en la taza salpicándolo todo.
  • El niño ve nuestra cara de desaprobación
  • Se enfada, se tira al suelo, tira también todo lo que ve encima de la mesa y como colofón le da por pegarme en la pierna.
Vamos, típica rabieta desproporcionada, irracional e inesperada en la que te quedas con cara de póquer pensando “pero bueno, ¿y ahora qué pasa?”, “¿Cómo se puede poner así por algo tan tonto? ¡Y encima me pega!”, “Con lo bien que estábamos desayunando y ahora tiene que montar el numerito (en público)”. Es muy fácil acabar pensando este tipo de cosas…
Entonces lo que intentas hacer suele ser razonar con él. ¿Lo habéis probado alguna vez? En estas situaciones, NO FUNCIONA. Es más, cuanto más quieres explicarle porqué no puede mojar el bocadillo en el café, o porqué no está bien tirar cosas al suelo o porque no puede pegar a mamá…PEOR. En el caso de mi hijo, cuando haces esto, su enfado va en aumento y lo que se supone que no puede hacer, todavía lo hace con más ganas.
Para nosotros los adultos que nos relacionamos casi siempre desde el cerebro racional y lógico, puede resultar algo frustrante, irritante y desconcertante. Porque, si mi hijo no entiende lo que le estoy diciendo ¿qué hago? Y si encima va a peor, ¿cómo lo paro? Normalmente acabas pensando “ya está bien, es que siempre se tiene que salir con la suya”, “me está desafiando” o “se está volviendo un desobediente”, “si con 2 años pega, no me quiero imaginar cómo será a las 6”, etc… En definitiva, juicios y más juicios que en nada ayudan a calmar la situación, más bien al contrario, empeora.
Entonces, ¿qué puedo hacer para gestionar las rabietas o los enfados de mi hijo?
La respuesta va muy relacionada con estas 3 IDEAS BÁSICAS que todo padre debería saber:
 1)  RAZÓN Y EMOCIÓN SON IDIOMAS DIFERENTES
Cuando tengas delante de ti una emoción (la que sea), NO utilices la lógica. Puedes explicarle tus razones a tu hijo, pero no esperes ni que te entienda ni que tus explicaciones le ayuden a calmarse. En ese momento, no las entiende.

Cuando un niño está desbordado por una emoción lo que necesita es que le ayudes a calmarse. Para ello necesitamos empatizar y conectar con él. Esto SÓLO lo podemos hacer desde el HEMISFERIO DERECHO (la emoción), y no desde el HEMISFERIO IZQUIERDO (la razón), que es desde donde solemos relacionarnos.
¿Cómo se hace esto de relacionarse desde el hemisferio derecho? – quizás os preguntéis -. Lo cierto es que no nos han enseñado a hacerlo (he aquí la importancia de la educación emocional en las escuelas). Y los niños, más allá de estas situaciones puntuales, viven en el hemisferio derecho, son pura emoción hasta como mínimo los 3 años (edad en la que empiezan a desarrollar la lógica). Estas son algunas claves para aprender a hablar su idioma:
  • Quédate con él. Para el niño está siendo muy difícil sentir el caos emocional en el que vive. Necesita tu presencia y tu sostén.
  • No le juzgues, los niños hasta las 4 años no tienen capacidad para controlar sus emociones, ni su frustración ni su enfado (es más, si a veces nosotros como adultos tampoco lo sabemos. Entonces ¿qué esperamos de ellos? Es probable que si él quiere meter el bocata en el café (a los dos años empiezan a tener consciencia del yo y de         sus deseos) no entienda porqué no puede hacerlo. En este caso, seguro que me ha visto a mi millones de veces   hacerlo con una galleta o un croissant. Como no lo entiende, se frustra y, como no le gusta esa sensación, hace lo que puede por expresarla (tirar cosas al suelo, pegar, gritar, patalear, etc…). EMPATIZA con él. Ponte en sus     zapatos y observa cómo cambia la misma situación desde la perspectiva de un niño.
  • Ayúdale a entender lo que le pasa. Él es el primero que se asusta con tanta intensidad emocional. Puedes decirle cosas como esta: “entiendo que quieras meter el pan en el café y que mamá no te ha dejado. Por eso te has enfadado. Es normal”. Este tipo de cosas le ayudarán a calmarse y a entender lo que siente para un futuro.
  • Ponle humor a la situación. La diversión y la risa son grandes recursos para conectar con tu hijo desde la emoción. Con un poco de creatividad y de autogestión por nuestra parte, lo que puede acabar con gritos y castigos puede quedar en nada si conseguimos cambiar la energía del niño. Eso requiere un reto por nuestra parte porque normalmente basta que el niño monte una rabieta para ponerte de mal humor tú también, pero si lo consigues ¡funciona! Recuerda: “NO ES LO QUE ME PASA, SINO LO QUE YO HAGO CON LO QUE ME PASA”. Como padres, tenemos ese gran poder. Siempre.
 2) ACEPTA LO QUE TU HIJO SIENTE
Es importante que, sea lo que sea que siente tu hijo (puedes ayudarle tú a ponerle nombre) pueda expresarlo libremente. Aceptar significa no juzgar ni pensar que “está mal” sentir enfado, tristeza, rabia o frustración. Las emociones necesitan ser expresadas. Mensajes como “no llores” o “no te enfades” llevan a reprimir la emoción y esto siempre tiene un efecto nocivo tanto para nuestra salud física como emocional (suele acabar saliendo de forma descontrolada por otro lado). La emoción nunca es el problema. El problema suele ser la forma de expresarla (por ejemplo, pegando). En estos casos que podemos decirle: “entiendo que estas enfadado y que te ha sentado mal no poderte comer el bocadillo. A mamá también le pasa. Lo que no podemos hacer cuando nos enfadamos en pegar ¿qué otra cosa puedes hacer para calmarte?”.
Sobre todo cuando te encuentras ante una emoción incómoda de tu hijo (a mi particularmente me cuesta mantener la clama cuando pega o tira cosas al suelo) es importante no tomártelo de forma personal, esto sólo hará que tú también pierdas el control. Sabemos que no lo es, pero eso no evita que en ocasiones lo olvidemos…
3) ¿ESPERAMOS DEMASIADO DE LOS NIÑOS?
¿Sabemos lo que hace un niño normal y sano? ¿Sabemos qué esperar de ellos según la edad? 
Mi experiencia es que NO.
Los niños hacen cosas de niños, es decir: se mueven, gritan, siempre prefieren jugar, se les caen las cosas, no tienen control de sus emociones, no tienen noción del tiempo, lloran y hacen cosas irracionales. No razonan ni entienden muchas cosas.
  • Esperamos que siendo muy pequeños entiendan porqué no pueden meter el bocadillo en el café (cuando tú lo haces con las galletas y bien que te gusta!)
  • Esperamos que renuncien a lo que desean y obedezcan sin rechistar
  • Esperamos que sepan gestionar su frustración o su enfado de forma “correcta” cuando ni siquiera nosotros como adultos lo conseguimos
  • Esperamos que razonen cuando su cerebro izquierdo todavía no está formado (empieza generalmente a partir de los 3 años)
  • Esperamos que entiendan nuestra lógica cuando para ellos la lógica y las responsabilidades todavía no existen.

¿Y si revisamos nuestras expectativas respecto a nuestros hijos? ¡CUANTAS RABIETAS Y DESOBEDIENCIAS NOS PODRÍAMOS EVITAR SABIENDO QUÉ ES LO NORMAL!

Artículo de  Andrea Zambrano de  Educar es Emocionar, si quieres aprender más no dejes de ver nuestros cursos online 
FUENTE
https://www.educaresemocionar.com/

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