TEA y TDAH



Los sistemas actuales de clasificación de los diagnósticos consideran el trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y el trastorno del espectro autista (TEA) como diagnósticos separados, entidades distintas. Sin embargo, los dos muestran concordancias: alteraciones en las funciones ejecutivas, problemas de atención, hiperactividad,impulsividad, los niños afectados de uno y otro trastorno pueden invadir el espacio personal de otros, no leer las señales sociales y sufrir rabietas. De hecho, entre el 40 y el 60% de los niños con autismo son también diagnosticados de TDAH. También se han encontrado algunos aspectos biológicos comunes, tales como duplicaciones del cromosoma 15 tanto en personas con autismo como con TDAH pero, por otro lado, tampoco son trastornos coincidentes, existen diferencias específicas de cada trastorno y hay personas que tiene TEA pero no TDAH y viceversa.
Los criterios actuales de diagnóstico (DSM-5) distinguen tres tipos de TDAH. El primero incluye niños que tienen dificultades para sostener o mantener la atención. El segundo incluye a niños que son hiperactivos e impulsivos, pero no tienen problemas para mantener la atención. El tercer grupo son los niños que tienen tanto problemas de atención como de hiperactividad e impulsividad.
A la hora de estudiar sus perfiles cognitivos, las personas con TDAH suelen mostrar un incremento de la impulsividad algo que se manifiesta tanto en alteraciones en la inhibición de las respuestas como en lo que se conocen como respuestas prematuras. Sin embargo, también se ven alteraciones en las personas con TEA. Del mismo modo, aunque la alteración de la flexibilidad cognitiva es característica del TEA también la presentan bastantes personas con TDAH. Además, las dos condiciones muestran un incremento en la variabilidad en el tiempo de respuesta frente a lo que sucede en personas neurotípicas. El subgrupo que presenta comorbilidad de TEA y TDAH presenta también un perfil farmacológico característico. Los estudios muestran eficacia del metilfenidato, atomoxetina y guanfacina a la hora de tratar síntomas del TDAH-TEA, pero los resultados son menores que cuando se usan en los que solo tienen TDAH y son peor tolerados en las personas con solo TEA.
En el ámbito del procesamiento de la información sensorial, los niños más afectados, los que pueden sufrir por ejemplo una sobrecarga sensorial, son los que presentan TEA conjuntamente con TDAH mientras que es algo intermedio en el grupo de solo TDAH y menor en el grupo con solo TEA (se ha estudiado con el test de “Body Awareness”). Otro dato es que las personas con TEA muestran una menor probabilidad de inhibición en la prueba Go/NoGo pero tanto unos como otros presentan un incremento en la variabilidad del tiempo de reacción. Las pruebas Go/No Go se utilizan para medir la capacidad de los participantes para mantener una atención selectiva y evaluar su control de respuestas. Por otro lado, los tres grupos, TEA, TDAH y TEA/TDAH no presentan diferencias en su flexibilidad cognitiva.
Un estudio reciente del grupo de Geraldine Dawson en la Duke University ha encontrado un resultado importante: que los niños con autismo que también tienen TDAH tienden a ser diagnosticados de su autismo mucho más tarde. Es muy probable que las características del TDAH enmascaren las del TEA y haga que algunas peculiaridades pasen desapercibidas. La probabilidad de que el diagnóstico de autismo llegue a estos niños a una edad superior a los seis años es 30 veces mayor que en los que no tienen TDAH.
Para ser diagnosticado con TDAH, los síntomas tienen que ser significativos y el niño tiene que ser diagnosticado entre las edades de 7 y 12. Lo primero quiere decir que los síntomas tienen que ser muy patentes, que le generen un problema tal como no poder llevar una actividad normal en casa o en clase y debe hacerse atendiendo al contexto y al lugar: por poner un ejemplo, si un niño está sin parar en un parque de atracciones, eso es algo que no indica gran cosa, es un contexto anómalo. Si el niño tiene menos de 7 años, hay que esperar porque entendemos que a esas edades tempranas muchos tienen dificultades para estarse quietos, sentarse con tranquilidad o seguir instrucciones que tengan cierta complejidad.
Entre los comportamientos que pueden hacer sospechar que una persona con autismo puede presentar TDAH están los siguientes:
  • Desorganización (mala capacidad de planificación, dificultad para seguir instrucciones).
  • Ignoran a las personas aunque les estén hablando directamente.
  • Olvidos frecuentes (perder cosas, faltas a citas, no recuerda las tareas o compromisos al poco rato de habérselo dicho).
  • Procrastinación (Empezar proyectos pero no acabarlos).
  • Hiperactividad. Son niños que no paran, hablan en exceso, son incapaces de esperar su turno, interrumpen a menudo las conversaciones y no dejan de moverse en su silla.
  • Problemas en la gestión del tiempo (llegar siempre tarde, no acabar las tareas a tiempo).
  • Saltos prematuros de actividad (empezar algo pero dejarlo rápidamente para ponerse con otra cosa).
  • Decisiones impulsivas (en gastos, aceptar proyectos, viajes, trabajo o planes sociales o de ocio).
  • Tendencias delictivas (ir a más velocidad de lo permitido, accidentes de tráfico, consumos de drogas).
  • Inestabilidad laboral y en las relaciones personales.
El grupo de Dawson ha puesto en marcha un estudio para intentar una detección temprana de las personas que presentan comorbilidad de TEA y TDAH en el que planean hacer un seguimiento a 9000 niños con un perfil de riesgo. Es un tema importante porque, para ambos trastornos, cuánto más rápido sea el diagnóstico, mejores perspectivas de futuro.

Para leer más:
  • Carter Leno V, Chandler S, White P, Pickles A, Baird G, Hobson C, Smith AB, Charman T, Rubia K, Simonoff E (2017) Testing the specificity of executive functioning impairments in adolescents with ADHD, ODD/CD and ASD. Eur Child Adolesc Psychiatry. Dec 9. doi: 10.1007/s00787-017-1089-5.
  • Gnanavel S (2017) Chromosome 15 Duplication and Attention-Deficit Hyperactivity Disorder. J Neurosci Rural Pract 8(4):660-661.
FUENTE:

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